El agobio y la aflicción que nos causa la expansión terrible de la delincuencia nos hace oír con simpatía a quien promete "arreglar" el asunto a plomo
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Este minicronista no tiene duda alguna de que las palabras del general Benavides, de la Guardia Nacional ("Los delincuentes deben estar presos o enterrados") le cayeron muy bien a la mayor parte de la gente.
Aquí locuciones como "plomo al hampa" y cosas así, gozan de extrema popularidad. De hecho, la mayoría de la población cree necesaria la pena de muerte.
El agobio y la aflicción que nos causa la expansión terrible de la delincuencia nos hace oír con simpatía a quien promete "arreglar" el asunto a plomo. Por eso, por ejemplo, para la sociedad no es un problema la matazón en las cárceles. "Uno menos o diez menos ", depende del volumen de la matanza, es un comentario habitual.
Pero, por supuesto, las palabras del general Benavides no constituyen una política antidelictiva sino un arrebato de guapetonería, una bravata, que a lo sumo servirá para dar carta blanca a los funcionarios policiales o de la GN para aplicar con todo celo la segunda parte de la frase que seguramente lo inmortalizará. Como "política", la doctrina Benavides fracasará irremediablemente.
Después de que disfrute de sus otros diez minutos de fama, se puede asegurar que la situación habrá empeorado. Eso se verá entonces, pero, aun a contracorriente de la opinión que favorece ese tipo de bravuconadas, este minicronista no puede dejar de consignar su protesta por el virtual establecimiento de la pena de muerte por parte del general de marras y el rechazo absoluto a palabras que son la negación de toda política antidelictiva seria, bien pensada y bien implementada.
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