Es verdad que son tiempos difíciles. De socialismo ruidoso, generales golpistas y corrupción sin castigo. Pero, mientras no sea mencionada en un Aló Presidente como empresa capitalista que explota a sus empleados, la gente que se sostiene de la venta de cepillados está tranquila y sus trabajadores inclusive pueden echarse un camaroncito en la plaza, con el ojo puesto desde luego en la mercancía.
Foto: Renier Otto
Cort. TalCualDigital
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