El tren de vida de Chacumbele nada tiene que ver con los valores que pregona. Nadie desde luego puede imaginar que el presidente de la República debe andar con el fundillo roto y que debe andar en bicicleta. Todo lo contrario
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Según un descubrimiento que ha hecho Carlos Vecchio, jorungando el proyecto de presupuesto para 2011, la partida para viviendas monta a 1.730 millones de bolívares, en tanto que para los gastos del Presidente, incluyendo sus viajes y otras bagatelas, se pautan 3.415 millones de bolívares. Exactamente el doble. Allí está clarito el orden de prioridades del gobierno. Sobre mi caballo yo y sobre yo mi sombrero.
¿Recuerdan aquellos tiempos en que Chacumbele se horrorizaba porque había encontrado trescientos trajes en su closet de La Casona? Cuidado si hoy no llegan a mil. El tren de vida de Chacumbele nada tiene que ver con los valores que pregona. Nadie desde luego puede imaginar que el presidente de la República debe andar con el fundillo roto y que debe andar en bicicleta. Todo lo contrario.
Es lógico que el Presidente viva bien, coma bien y se vista bien, pero sin dejar de lado esas virtudes republicanas de austeridad y sobriedad que le deberían ser propias. Chacumbele ya está muy lejos de aquel tercio que, aunque fuera de boquilla, decía que si por él fuera viviría en una carpa o en un modesto apartamento y no en la residencia presidencial.
Bueno, ya no vive allí y vaya uno a saber dónde mora, porque ese afán por los misterios es algo que ha copiado de los cubanos, pero bien seguramente que no es en una carpa y mucho menos en un modesto apartamento de clase media. Claro, ahora tiene la coartada perfecta: el magnicidio.
El magnicidio justifica las caravanas a las que sólo les falta un tanque de guerra para estar completas; justifica el boato de sus viajes (por cierto, ¿qué es de la vida del chupadólares, o se trata de otra manera de subsidiar al fidelismo, alquilándole el avión de “Cubana” donde se desplaza?); justifica una partida de 3.415 millones de dólares.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Según un descubrimiento que ha hecho Carlos Vecchio, jorungando el proyecto de presupuesto para 2011, la partida para viviendas monta a 1.730 millones de bolívares, en tanto que para los gastos del Presidente, incluyendo sus viajes y otras bagatelas, se pautan 3.415 millones de bolívares. Exactamente el doble. Allí está clarito el orden de prioridades del gobierno. Sobre mi caballo yo y sobre yo mi sombrero.
¿Recuerdan aquellos tiempos en que Chacumbele se horrorizaba porque había encontrado trescientos trajes en su closet de La Casona? Cuidado si hoy no llegan a mil. El tren de vida de Chacumbele nada tiene que ver con los valores que pregona. Nadie desde luego puede imaginar que el presidente de la República debe andar con el fundillo roto y que debe andar en bicicleta. Todo lo contrario.
Es lógico que el Presidente viva bien, coma bien y se vista bien, pero sin dejar de lado esas virtudes republicanas de austeridad y sobriedad que le deberían ser propias. Chacumbele ya está muy lejos de aquel tercio que, aunque fuera de boquilla, decía que si por él fuera viviría en una carpa o en un modesto apartamento y no en la residencia presidencial.
Bueno, ya no vive allí y vaya uno a saber dónde mora, porque ese afán por los misterios es algo que ha copiado de los cubanos, pero bien seguramente que no es en una carpa y mucho menos en un modesto apartamento de clase media. Claro, ahora tiene la coartada perfecta: el magnicidio.
El magnicidio justifica las caravanas a las que sólo les falta un tanque de guerra para estar completas; justifica el boato de sus viajes (por cierto, ¿qué es de la vida del chupadólares, o se trata de otra manera de subsidiar al fidelismo, alquilándole el avión de “Cubana” donde se desplaza?); justifica una partida de 3.415 millones de dólares.
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