La posibilidades de encontrar vivos a los 29 mineros desaparecidos desde hace tres días en una mina de Nueva Zelanda, disminuían el lunes a pesar de las declaraciones optimistas del Primer ministro neocelandés John Key.
"Seguimos siendo optimistas, pero nos preparamos a todas las eventualidades y ellas incluyen (...) la posibilidad de decesos después de lo que ocurrió", declaró el comisario de policía Gary Knowles, en una conferencia de prensa.
El director de la mina de carbón donde se produjo la explosión el viernes hacia las 16H00 (3H00 GMT), Peter Whittall, también expresó sus dudas.
"La realidad es que no hemos tenido ninguna noticia desde que dos hombres consiguieron salir del socavón. Para las familias se hace cada vez más difícil", declaró a los periodistas.
Estas declaraciones fueron como un balde agua fría después de las esperanzas que habían suscitado las declaraciones optimistas del primer ministro John Key a la cadena de televisión Sky News.
"La información de que dispongo es que hay oxígeno en la mina y que existen todas las posibilidades de que los mineros consiguieron alcanzar una bolsa de ese flujo de oxígeno y que por lo tanto están vivos", había dicho Key.
Desde que se produjo la explosión en la mina Pike River, situada en la cosa oeste de la Isla del Sur de Nueva Zelanda, ningún contacto ha podido establecerse con los 29 mineros.
Los socorristas aún no han podido acceder a la mina debido a la fuerte concentración de gas tóxico.
El director de la mina también indicó que un agujero, de 15 centímetros de ancho había sido abierto el domingo a lo largo del túnel, el cual podría llegar hasta el socavón el lunes en la noche. Aún quedan 25 metros que cavar después de los 135 metros ya abiertos.
Se trata de obtener muestras de gas y de introducir una pequeña cámara de vídeo que daría informaciones sobre la situación de los mineros.
Los desaparecidos se encuentran al parecer en un túnel a sólo 150 metros de la superficie, pero a 2,5 kilómetros de la entrada de la mina.
Después de la explosión, dos hombres consiguieron salir de la mina, al cabo de una difícil progresión de dos horas en un túnel invadido por el gas tóxico.
Daniel Rockhouse, de 24 años, que acababa de bajar del furgón transportando el carbón, a casi dos kilómetros de la salida del túnel, la interior de la galería cuando una poderosa explosión le echó por tierra, golpeándose la cabeza, según relató al New Zealand Herald publicado el lunes.
"me levanté y había por todas partes una espesa nube blanca, peor que un incendio. Comprendí inmediatamente que era monóxido de carbono", dijo el hombre, que socorrió y llevó luego a la superficie a uno de sus compañeros.
Los desaparecidos, de edades entre 17 y 62 años, son 24 neocelandeses, dos australianos, dos británicos y un sudafricano.
"Seguimos siendo optimistas, pero nos preparamos a todas las eventualidades y ellas incluyen (...) la posibilidad de decesos después de lo que ocurrió", declaró el comisario de policía Gary Knowles, en una conferencia de prensa.
El director de la mina de carbón donde se produjo la explosión el viernes hacia las 16H00 (3H00 GMT), Peter Whittall, también expresó sus dudas.
"La realidad es que no hemos tenido ninguna noticia desde que dos hombres consiguieron salir del socavón. Para las familias se hace cada vez más difícil", declaró a los periodistas.
Estas declaraciones fueron como un balde agua fría después de las esperanzas que habían suscitado las declaraciones optimistas del primer ministro John Key a la cadena de televisión Sky News.
"La información de que dispongo es que hay oxígeno en la mina y que existen todas las posibilidades de que los mineros consiguieron alcanzar una bolsa de ese flujo de oxígeno y que por lo tanto están vivos", había dicho Key.
Desde que se produjo la explosión en la mina Pike River, situada en la cosa oeste de la Isla del Sur de Nueva Zelanda, ningún contacto ha podido establecerse con los 29 mineros.
Los socorristas aún no han podido acceder a la mina debido a la fuerte concentración de gas tóxico.
El director de la mina también indicó que un agujero, de 15 centímetros de ancho había sido abierto el domingo a lo largo del túnel, el cual podría llegar hasta el socavón el lunes en la noche. Aún quedan 25 metros que cavar después de los 135 metros ya abiertos.
Se trata de obtener muestras de gas y de introducir una pequeña cámara de vídeo que daría informaciones sobre la situación de los mineros.
Los desaparecidos se encuentran al parecer en un túnel a sólo 150 metros de la superficie, pero a 2,5 kilómetros de la entrada de la mina.
Después de la explosión, dos hombres consiguieron salir de la mina, al cabo de una difícil progresión de dos horas en un túnel invadido por el gas tóxico.
Daniel Rockhouse, de 24 años, que acababa de bajar del furgón transportando el carbón, a casi dos kilómetros de la salida del túnel, la interior de la galería cuando una poderosa explosión le echó por tierra, golpeándose la cabeza, según relató al New Zealand Herald publicado el lunes.
"me levanté y había por todas partes una espesa nube blanca, peor que un incendio. Comprendí inmediatamente que era monóxido de carbono", dijo el hombre, que socorrió y llevó luego a la superficie a uno de sus compañeros.
Los desaparecidos, de edades entre 17 y 62 años, son 24 neocelandeses, dos australianos, dos británicos y un sudafricano.
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