Por: VenEconomía
El Gobierno autorizó este lunes un incremento de 29,2% a 29,3% del precio de la carne a nivel de detal, en puerta de matadero y al mayor. Es el primer aumento en 34 meses. (El último fue en agosto de 2008).
Ganaderos y detallistas de inmediato alertaron que el aumento es insuficiente. No les falta razón. Si en estos 34 meses el IPC creció 98,9% es muy difícil, por no decir imposible, que pueda funcionar la cadena de producción, distribución y comercialización del sector cárnico, con un pírrico aumento de 29,2% del precio. Es más, según cálculo de los analistas, con ese incremento chucuto ni siquiera es rentable la importación de carne a Bs.F.4,30:$.
Sobre este punto caben varias acotaciones.
Primero, ya no debería sorprender a nadie que el Gobierno decrete precios por debajo del costo real de producción. Ésa ha sido la usanza de esta llamada "revolución bolivariana".
Es costumbre del Gobierno de Chávez fijar precios sin consultar con las partes ni tomar en cuenta la realidad que enfrenta el sector productivo, incluso sin considerar que con ello se perjudica la producción nacional y que en muchos casos favorece la importación. En el caso de la carne, sí consultaron, pero luego no les hizo caso alguno a los productores y comercializadores consultados.
Segundo, se anunció que la red de distribución del Gobierno (Mercal y PDVAL) mantendrá los precios anteriores, lo que está generando un gigantesco subsidio por un lado y, por el otro, se propicia una vez más la competencia desleal en prejuicio del productor nacional.
Tercero, como en tantas otras oportunidades, esta fijación de los precios de la carne por debajo del costo de producción es una falacia más. Generalmente, en la vida real, la del día a día de los venezolanos, la escasez que se produce con la regulación irracional de precios de un producto, ha llevado a que las amas de casa celebren cuando lo encuentran en supermercados, bodegas o buhoneros, sin que les importe pagar por encima de los precios regulados. Esto es lo que ha venido pasando con la carne en los últimos meses, y continuará sucediendo, más aún cuando los precios anunciados están sustancialmente por debajo de lo que venían pagando hasta ahora.
Esta mascarada reguladora sólo servirá para que se coloquen en los mercales y pdvales, carne importada por el Gobierno a dólar preferencial, a la cual podrán accesar limitados grupos de consumidores tras largas y humillantes colas. Pero, sobre todo, servirá para que el Gobierno siga con alegatos electoreros de que, gracias a la revolución, la carne en Venezuela es la más barata del mundo.
Ganaderos y detallistas de inmediato alertaron que el aumento es insuficiente. No les falta razón. Si en estos 34 meses el IPC creció 98,9% es muy difícil, por no decir imposible, que pueda funcionar la cadena de producción, distribución y comercialización del sector cárnico, con un pírrico aumento de 29,2% del precio. Es más, según cálculo de los analistas, con ese incremento chucuto ni siquiera es rentable la importación de carne a Bs.F.4,30:$.
Sobre este punto caben varias acotaciones.
Primero, ya no debería sorprender a nadie que el Gobierno decrete precios por debajo del costo real de producción. Ésa ha sido la usanza de esta llamada "revolución bolivariana".
Es costumbre del Gobierno de Chávez fijar precios sin consultar con las partes ni tomar en cuenta la realidad que enfrenta el sector productivo, incluso sin considerar que con ello se perjudica la producción nacional y que en muchos casos favorece la importación. En el caso de la carne, sí consultaron, pero luego no les hizo caso alguno a los productores y comercializadores consultados.
Segundo, se anunció que la red de distribución del Gobierno (Mercal y PDVAL) mantendrá los precios anteriores, lo que está generando un gigantesco subsidio por un lado y, por el otro, se propicia una vez más la competencia desleal en prejuicio del productor nacional.
Tercero, como en tantas otras oportunidades, esta fijación de los precios de la carne por debajo del costo de producción es una falacia más. Generalmente, en la vida real, la del día a día de los venezolanos, la escasez que se produce con la regulación irracional de precios de un producto, ha llevado a que las amas de casa celebren cuando lo encuentran en supermercados, bodegas o buhoneros, sin que les importe pagar por encima de los precios regulados. Esto es lo que ha venido pasando con la carne en los últimos meses, y continuará sucediendo, más aún cuando los precios anunciados están sustancialmente por debajo de lo que venían pagando hasta ahora.
Esta mascarada reguladora sólo servirá para que se coloquen en los mercales y pdvales, carne importada por el Gobierno a dólar preferencial, a la cual podrán accesar limitados grupos de consumidores tras largas y humillantes colas. Pero, sobre todo, servirá para que el Gobierno siga con alegatos electoreros de que, gracias a la revolución, la carne en Venezuela es la más barata del mundo.
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