jueves, 23 de junio de 2011

Un niño colombiano sin brazos demuestra ser un prodigio en pintura y fútbol

Gabriel David Fernández nació sin brazos hace nueve años en Colombia por un desatino de la genética; hoy es un niño prodigio que supera en capacidades a sus compañeros de escuela, pinta, baila y juega al fútbol.

Se trata de uno de los pocos casos en el mundo de supervivencia entre los afectados por el denominado síndrome de Amelia, que conlleva la ausencia de extremidades y que en Colombia se presenta en alrededor de uno por cada 200.000 nacimientos.

El pediatra y neonatólogo Iader Rojas detalló que esta enfermedad surge cuando "por algún motivo no se forma el primordio en la etapa embrionaria", es decir, "la raíz donde se forman las extremidades".

"En la mayoría de los casos fallecen en el útero y si nacen mueren a corta edad", agregó el especialista, al explicar que estos enfermos no pueden usar prótesis porque, al no haberse formado el componente esquelético de la extremidad, "no hay soporte".

Gabriel es un superviviente de este mal genético, pero además un destacado estudiante en su escuela del humilde barrio Nelson Mandela de Cartagena de Indias, a donde llegó su familia tras ser desplazada por los grupos armados desde la región del Urabá antioqueño, en el noroeste de Colombia.

Fue precisamente la pobreza la que impidió a su madre, Ada Luz Ricardo, hacerse controles médicos durante el embarazo, y quien cuando lo alumbró dijo: "Este no es mi hijo", confesó.

Pero Ada siguió adelante y hoy ve al pequeño Gabriel como uno de los estudiantes más brillantes del barrio, donde juega al fútbol, salta a la cuerda, pinta, corre y baila el trompo con singular destreza.

El niño destaca por su "liderazgo y compañerismo", aseguró su maestra Marelvis Erazo, quien insistió: "No se frustra por los bracitos que le hacen falta", sino por el contrario "tiene capacidad de adquirir muchos conocimientos y los pone en práctica".

"Es muy aplicado, su disciplina es excelente, el rendimiento académico sobresaliente", remarcó a Efe Erazo, para explicar después que cuando decae su autoestima le ayuda haciéndole entender que es uno de los alumnos más aventajados.

Pero pensar en la continuidad de sus estudios inquieta a su madre y a su maestra, ya que si para los niños sin discapacidades que viven bajo la línea de pobreza es un sueño ir a la universidad, para Gabriel se presentan aún más dificultades.

"Nos falta económicamente el dinero que es lo primordial para poner al niño en la universidad", aseguró su mamá, quien con humildad afirmó que espera ayudas para que este niño prodigio pueda ser "pintor, cantante, doctor o lo que quiera ser".

Y es que Gabriel y su familia viven en una casa de ladrillo sin terminar, sin agua corriente, sin alcantarillado y con continuos cortes de luz, entre las aguas fecales y las ratas que circulan en Nelson Mandela, un barrio levantado a las afueras de Cartagena por la llegada masiva de desplazados a causa del conflicto armado.

Su profesora Marelvis reconoció que, más allá del caso especial de Gabriel, el futuro de la mayoría de los niños que vive en estas condiciones de pobreza está condenada a no terminar el bachillerato para trabajar bajo alguna forma de explotación infantil.

Pero Gabriel merece una oportunidad porque, como asegura el pediatra Rojas, casos de supervivencia como este hay pocos en el mundo.

VA/Globovisión/EFE             

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