No se guíe por lo que observa a las puertas de las cárceles, en las colas del Metro, en las protestas de los médicos, las enfermeras, los dignificados pre-adjudicados, los estudiantes, los sindicalistas... Aquí todos somos felices
Por: Enrique Pereira/TalCualDigital
Se mide con un "contentómetro", un medidor patentado por Esteban y su combo. Lamentablemente es de uso rectal. La barbarie mediática de este gobierno no tiene límites.
Nos toman por bobos al pretender vendernos una realidad que no existe. Interminables cadenas, comerciales, micros, plástico por todas partes en grandes gigantografías, vendiéndonos la ilusión de que estamos en la senda del progreso, del orden, de la paz, del amor revolucionario y del socialismo perfecto que regala casas y trabajos.
Aquí el contentómetro, que produce números trucados para los organismos internacionales, funciona al pelo. También se usa para dar declaraciones a la prensa, para escribir artículos en los diarios y para formar parte del léxico de cuarenta y dos palabras que todo revolucionario debe conocer.
Ahora la inflación está disminuyendo, desacelerándose pues, el empleo está creciendo y la sensación de seguridad está en franco aumento. Somos un país con altos niveles de "felicidad", producto de las decisiones de nuestro comandante presidente.
No se guíe por lo que usted observa a las puertas de las cárceles, en las colas del Metro, en las puertas de cualquier agencia del Banco de Venezuela, en las protestas de los médicos, las enfermeras, los dignificados pre-adjudicados, los estudiantes, los sindicalistas, los que hacen cola en un Mercal para comprar sólo la mitad de los productos, pues el resto lo compran en la acera por el doble del precio regulado.
Los trabajadores de Sidor, Alcasa y Agropatria, los que reclaman a sus deudos a las puertas de la morgue y tantos otros gremios y grupos que expresan su descontento. Esos "grupetes" son pagados por el imperialismo para producir zozobra en el verdadero pueblo que está de un feliz sin precedentes, celebrando los grandes logros de esta revolución.
La próxima jugada del gobierno será controlar los precios de los bienes, así que la felicidad será aún mayor, millones de venezolanos tendremos que acostumbrarnos al deporte de zanquear los bienes, en el mercado negro, para pagarlos a un precio diferente al de la etiqueta, mientras el gobierno se lava la boca diciendo que los precios están contenidos por el prodigio de sus regulaciones.
Las estadísticas de precios mejorarán, y probablemente seremos un caso de estudio de la Unesco, la Fao y algún otro organismo internacional. El contentómetro deberá ser modificado en sus escalas, pues probablemente rebasemos sus límites superiores.
El más insigne trabajador electoral de las fuerzas que nos oponemos a esta farsa es nuestro presidente. Cada vez que lo escucho hablar, dicho de otro modo; todos los días, descubro una capacidad mejorada para cometer errores.
Creerse un economista, medico, militar y constructor, sin escuchar a los que saben, lo pone a cometer errores que producen chispas y rabias en grandes núcleos de personas.
Los errores se acumulan y este país ya parece una cobija de hecha de retazos. A todo el que le aplicaron el contentómetro, le dejaron un dolor que no se quita tan fácil. Los venezolanos vamos derechitos a una medición electoral, en la que no podrán usar ese fantasioso aparato. Lo arrollaremos a votos.
Por: Enrique Pereira/TalCualDigital
Se mide con un "contentómetro", un medidor patentado por Esteban y su combo. Lamentablemente es de uso rectal. La barbarie mediática de este gobierno no tiene límites.
Nos toman por bobos al pretender vendernos una realidad que no existe. Interminables cadenas, comerciales, micros, plástico por todas partes en grandes gigantografías, vendiéndonos la ilusión de que estamos en la senda del progreso, del orden, de la paz, del amor revolucionario y del socialismo perfecto que regala casas y trabajos.
Aquí el contentómetro, que produce números trucados para los organismos internacionales, funciona al pelo. También se usa para dar declaraciones a la prensa, para escribir artículos en los diarios y para formar parte del léxico de cuarenta y dos palabras que todo revolucionario debe conocer.
Ahora la inflación está disminuyendo, desacelerándose pues, el empleo está creciendo y la sensación de seguridad está en franco aumento. Somos un país con altos niveles de "felicidad", producto de las decisiones de nuestro comandante presidente.
No se guíe por lo que usted observa a las puertas de las cárceles, en las colas del Metro, en las puertas de cualquier agencia del Banco de Venezuela, en las protestas de los médicos, las enfermeras, los dignificados pre-adjudicados, los estudiantes, los sindicalistas, los que hacen cola en un Mercal para comprar sólo la mitad de los productos, pues el resto lo compran en la acera por el doble del precio regulado.
Los trabajadores de Sidor, Alcasa y Agropatria, los que reclaman a sus deudos a las puertas de la morgue y tantos otros gremios y grupos que expresan su descontento. Esos "grupetes" son pagados por el imperialismo para producir zozobra en el verdadero pueblo que está de un feliz sin precedentes, celebrando los grandes logros de esta revolución.
La próxima jugada del gobierno será controlar los precios de los bienes, así que la felicidad será aún mayor, millones de venezolanos tendremos que acostumbrarnos al deporte de zanquear los bienes, en el mercado negro, para pagarlos a un precio diferente al de la etiqueta, mientras el gobierno se lava la boca diciendo que los precios están contenidos por el prodigio de sus regulaciones.
Las estadísticas de precios mejorarán, y probablemente seremos un caso de estudio de la Unesco, la Fao y algún otro organismo internacional. El contentómetro deberá ser modificado en sus escalas, pues probablemente rebasemos sus límites superiores.
El más insigne trabajador electoral de las fuerzas que nos oponemos a esta farsa es nuestro presidente. Cada vez que lo escucho hablar, dicho de otro modo; todos los días, descubro una capacidad mejorada para cometer errores.
Creerse un economista, medico, militar y constructor, sin escuchar a los que saben, lo pone a cometer errores que producen chispas y rabias en grandes núcleos de personas.
Los errores se acumulan y este país ya parece una cobija de hecha de retazos. A todo el que le aplicaron el contentómetro, le dejaron un dolor que no se quita tan fácil. Los venezolanos vamos derechitos a una medición electoral, en la que no podrán usar ese fantasioso aparato. Lo arrollaremos a votos.
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