Candelaria Arroyo afirma que hace cuatro años, en una rueda de oraciones, una revelación le mostró el cáncer que hoy padece el presidente Hugo Chávez.
–No saldrá por la pérdida de una elección ni por un golpe de estado. No saldrá del gobierno por el poder del hombre, sino por el designio de Dios –dice.
Candelaria nació en La Mojana, departamento Sucre, pero desde niña se radicó en Venezuela, donde recibió la nacionalidad. Hugo Chávez la conoce como ‘Candela’. Pertenece al PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), que ha apoyado al Jefe de Estado desde que empezó a hacer política. Cuenta que hace cuatro años, cuando la situación de Venezuela atravesaba momentos difíciles de radicalización política, se conformaron varios grupos de oración, tanto cristianos como evangélicos, para rezar por la paz del país y pedir la protección divina para Chávez. Lo extraño fue que cuando la amenaza era de orden político, apareció la premonición de una grave enfermedad.
Candelaria intentó alertarlo, pero el cuerpo de seguridad del Presidente jamás permitió acercarse a él. Entonces la vidente decidió seguir rezando.
Candelaria estaba en Caracas cuando hace unas semanas apareció Chávez en el balcón del palacio presidencial. Se le veía demacrado y había perdido varios kilos de peso. Al cabo de media hora de su discurso, una de sus hijas le pidió concluir la intervención para evitar una mayor fatiga. Así, Candelaria ratificó la gravedad de la revelación que había tenido tiempo atrás.
Cuando Candelaria llegó a Venezuela, trabajó durante dos años como niñera en la residencia del entonces presidente Rafael Caldera. Al cabo de este tiempo se graduó como estilista profesional y montó su taller. A Chávez lo conoció en un escenario muy distinto: el de la calle.
El primer encuentro entre ambos sucedió cuando varios comerciantes informales, entre los que se encontraba Candelaria, fueron despedidos a la fuerza de un lugar conocido como la Hoyada, por orden del alcalde de Caracas Antonio Ledezma, del partido Blanco. Chávez, amparándolos en el derecho al trabajo, intercedió por ellos y logró su reubicación. A Candelaria no solo le ayudó a montar un negocio de venta de bolsas en el mercado de La Hoyada, sino que le regaló una casa amueblada. Desde entonces se volvieron camaradas en la política y en la oración a través de los grupos en los que participaba el mandatario cuando el tiempo se lo permitía. Ella, como miembro del PSUV, donaba horas de trabajo y recibía apoyo de Fundayacucho, la fundación para el socialismo. Su uniforme era una camiseta roja que tenía escrita la siguiente leyenda: “Gobierno Bolivariano de Venezuela, Ministerio del poder popular para la educación superior”.
‘ Candela’, así le dice Hugo Chávez a Candelaria Arroyo.
Candelaria dice que cuando se conecta con Dios lo hace en lenguas antiquísimas que sólo ella entiende y acata con una fe implacable. Desde los ocho años empezó a experimentar revelaciones que, al principio, la asustaban. Asegura que son visiones, ráfagas de luz brillante u opaca que la abruman y agotan al extremo de dejarla exhausta. A veces el dolor de cabeza es tan intenso, que pierde el aliento y no puede orar.
La prueba más fehaciente de su cercanía con Chávez se confirmó en Cartagena, en la última visita que éste hizo a la Heróica. Su retentiva le permitió identificarla en medio de la multitud. Chávez rompió la fila y se le acercó. La vio entre el gentío separada por la valla y se le aproximó.
–¡¿Ajá, ‘Candela’, ¿y tú qué haces aquí?, ¿acaso eres colombiana? –le gritó.
–Soy de aquí y de allá –le respondió Candelaria.
Chávez le mandó un beso y le hizo llegar un fajo de billetes colombianos.
–¿Qué haces por aquí? –le preguntó el mandatario.
–Estoy dándole una vuelta a mi gente –respondió ella.
Primeras revelaciones
Candelaria asegura que desde niña fue sacudida por el don de la clarividencia. En grupos de oración en Sucre, tras invocar el nombre del señor Jesucristo, la ‘Mojanera’ era capaz de percibir luces y revelaciones que le anunciaban el futuro. Dios le reveló un sufrimiento muy fuerte. Sabía que se trataba de un familiar por la intensidad del dolor en la revelación. Un día le mostró un hombre acongojado, de espaldas, que moriría en breve. Pensó que se trataba de su padre, que ya sobrepasaba los 85 años. Lo fue a buscar a Sucre y se lo llevó a vivir a Sincelejo, donde empezó a cuidarlo. Lo alimentaba bien, lo llevaba al médico, no lo dejaba serenarse ni alzar una paja, hasta que el viejo, a sabiendas de que ella tenía visiones, le preguntó, con tono de sospecha, que si se iba a morir. Pero el muerto iba a ser otro, su propio marido: Clímaco Ruz, quien falleció a los cincuenta años, dejándola viuda y con tres hijos que han podido estudiar gracias al apoyo de Hugo Chávez.
Clímaco había nacido en Sucre, en un hogar muy pobre donde los hombres nacían y morían sin ninguna oportunidad, sin más rutina que el verano de polvos y el invierno de aguas derramadas. A los siete años cantaba y tocaba el piano en las misas. A los trece se fue para Venezuela, donde Candelaria lo conoció. Se hicieron cuando aún eran niños. Desde entonces, estuvieron juntos.
En Venezuela vivían holgados. Pero un día, picado por la nostalgia, Clímaco decidió volver a Sincelejo. Recordó que, por tradición, los Ruz morían a los cincuenta años. Así había ocurrido con cinco de sus hermanos, y él presentía que no sería la excepción. El día que Candelaria vio su sangre llena de gusanos mientras le hacían el examen de laboratorio, supo que ese era el retrato de una premonición cuyo protagonista, ella creía, era su padre. Cuando la enfermera le dijo que sólo Dios podría salvarlo, no hizo nada por convencerlo o para reanimarlo. No hizo rezos ni le dio yerbas. Según Candelaria, la revelación llegó con el dolor de la pérdida de un ser querido, pero, al mismo tiempo con la fortaleza para soportarlo y salir adelante. Su padre seguía sano, pero su esposo tenía cáncer en la sangre. Sobrevivió sólo 28 días y falleció el 28 de diciembre de 2007.
Conocidos sus dotes visionarios, sus amigos venezolanos (sus camaradas) le pidieron hace muchos meses una revelación sobre el futuro del presidente Chávez. Dios le habló nuevamente en lenguas ininteligibles para el común de los mortales. Candelaria recibió el siguiente mensaje: “No saldrá por poder del hombre, sino por poder de Dios, me dijo el Señor”.
El vaticinio se está cumpliendo al pie de la letra. La visionaria afirma que Chávez Frías saldrá de la presidencia camino al cementerio, por una designación de Dios. El cáncer hará metástasis en su cuerpo.
Ella sigue orando por él, porque dice que es un ser muy bueno y sencillo, pero no adelanta más detalles.
Por ALFONSO HAMBURGER
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