jueves, 28 de julio de 2011

Disparatario bolivariano


Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Disparatario viene de disparate, es una colección o acumulación de estos, de la familia de rosario o repertorio, pero no aparece en los diccionarios, es palabra hecha en casa.



Recordemos que disparate no es sinónimo de error, que es un juicio con sentido pero que no da con la verdad y errar es uno de los actos más inevitablemente humanos, como se sabe desde siempre. El disparate es un juicio o razonamiento sin lógica y sin sentido, una extravagancia, un ruido del lenguaje, un monstruillo de la razón. En tal sentido este gobierno ha sido el más disparatero de nuestra historia y sería importante no olvidar sus mejores piezas, reunirlas en un disparatario bien organizado y funcional. Les aseguramos que ya hay quienes lo están haciendo, por asombro y diversión, aunque en el fondo sea espectáculo muy triste un gobierno disparatero.

También podría distinguirse de lo meramente cursi, abundantísimo en esta era, que puede serlo sin perder la coherencia, pero que también merece estudio concienzudo aunque sea por razones estéticas.

Un ejemplo a mano que para los pelos de punta: Chávez escribe en el twitter desde La Habana, "Buenos días Mundo Feliz¡ Buenos días Venezuela Bella¡¡ Desde aquí, listo para otro día de Batalla por la Vida Vivamos y venceremos¡ Los amo¡¡" (mayúsculas y admiraciones suyas). Sin duda una atronadora cursilería épica y lírica, pero no tiene porque ser un disparate.

Disparate disparate es el famoso espionaje íntimo que hacía la televisión por cable en nuestras alcobas, según Pedro Carreño. O la saga inventada por Isaías Rodríguez que tuvo como autor al inolvidable Giovanny Vásquez, que por cierto dónde andará, que nueva aventura tendrá.

Pero es tan inmenso nuestro acervo de disparates (y cursilerías) que no podemos en este espacio sino citar esos clásicos para explicarnos. Preferimos referir cosas recientes como unas declaraciones de Soto Rojas en que dice que uno de los objetivos de este Proceso es derrotar al Imperialismo yanqui y que los pobres europeos están padeciendo del terrible régimen económico que nosotros sufrimos en los noventa y que, como se sabe, superamos para nuestra prosperidad y gloria. Uno se imagina a Obama capitulando ante el general Rangel Silva, entregándole las llaves de la Casa Blanca y las piezas claves para operar el armamento nuclear. O los pobres de París, un capítulo de Los miserables, siendo socorridos por la brigada Ezequiel Zamora con alimentos y frazadas. Eso, amigos, es un disparate. O la señora del Tribunal Supremo revocando un juicio porque el acusador no es del partido del Jefe. O las disquisiciones de Chávez sobre el superhombre de Nietzsche, mezclándolo con Cristo (Nietzsche es el asesino de Dios) para terminar homologándolo con el hombre nuevo del Che (Nietzsche detestaba la igualdad, sentimiento bastardo), con el revolucionario, especie a la cual pertenece, por azar, el ignaro intérprete, otro superman pues.

Son pequeñas y cercanas muestras de un torrente de doce años. Una época tan extraña de nuestras existencias que a veces uno no sabe si esto es vivir viviendo o es actuar en una película surrealista en 3D.

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