lunes, 26 de septiembre de 2011

El “nudismo urbano”, aceptado hasta ahora en San Francisco EEUU


En un hermoso día de septiembre, Woody Miller ha elegido el traje de Adán para caminar por las calles de Castro, el barrio gay de San Francisco, pero el “nudismo urbano”, aceptado hasta ahora con benevolencia en el distrito, causa molestia a legisladores municipales.


Miller, de 55 años, no pasa desapercibido: es alto, con una larga barba gris y un piercing en la nariz, y lleva puestos sólo un par de zapatillas, una gorra de béisbol y un reloj. “Salgo desnudo cuando hace un buen día porque me gusta la sensación del sol y el aire en mi piel“, explica. En San Francisco, aunque a menudo está fresco, los defensores del nudismo, conocidos como los “Naked Guys” (“Chicos desnudos”), siguen siendo numerosos.

“No hay nada obsceno en el cuerpo humano. Creer lo contrario viene de la educación. Es una forma de prejuicio”, opina Miller. Corazón del movimiento por los derechos homosexuales en los años 1960 y 1970, Castro -donde junto a las tiendas de sexo se encuentran cafés y restaurantes de moda- sigue siendo un bastión progresista.

Pero incluso Castro tiene sus límites, considera Scott Wiener, nuevo legislador demócrata del distrito -donde vive desde hace 14 años- en el ayuntamiento de la ciudad. Wiener quiere que se apruebe una norma que obligue a los nudistas a cubrir los bancos públicos antes de sentarse y a vestirse para ir a los restaurantes.

Las multas previstas van desde 100 a más de 1.000 dólares, e incluso prevén la prisión para los reincidentes. “En los últimos años esto se hizo más insoportable y provocador,” afirma Wiener. “Pasan el rato, ocupan un montón de sillas y se sientan sin cubrirlas. No es apropiado”, se queja.

Pero Miller no ve interés en la propuesta del legislador. “¿Cubrir el asiento antes de sentarse? Eso va de suyo, no es necesario legislar para eso. Eso está escrito en el ‘libro del nudismo’: uno no va a ninguna parte sin su toalla”, dice.

La ley de California prohíbe exhibir los genitales “con un propósito lascivo”. Algunos en San Francisco quieren que no se considere la desnudez como lasciva y que la policía no pueda detener a los ciudadanos que van como Adán o Eva.

El escritor y empresario George Davis, de 65 años, también nudista, está de acuerdo con Miller. “Es un miedo irracional”, dice, mientras lleva apenas un sombrero, gafas de sol y un teléfono celular conectado a la cintura. “Usted debería estar más preocupado de que yo tosa en frente suyo que de sentarse en mi lugar”, dijo.

La iniciativa de Wiener también prohíbe a los restaurantes servir a los nudistas. Una disposición innecesaria, opina Michael England, que trabaja en Orphan Andy’s, un restaurante en Castro abierto las 24 horas. Orphan Andy’s tiene un código de vestimenta que exige a sus clientes usar una camisa y zapatos “y un pantalón también, supongo”, dice England.

James Viggiano, de 57 años, un residente de San Francisco que suele ir a Castro, ha notado a los nudistas en los restaurantes que frecuenta. Y no le gustan demasiado. “No creo que sea muy saludable. Lo encuentro chocante, hay niños que viven en el barrio, hay turistas, y de repente, (esto) se convierte en una colonia nudista”, señala.

Pero sus temores no son compartidos por Dan Glazer, propietario de la panadería Hot Cookie, que piensa que los “Naked Guys” son en sí mismos una atracción turística. “En mi opinión, esto es bueno para el comercio”, dijo. “En Hot Cookie, no tenemos ningún problema con los ‘Naked Guys’. Vendemos galletas en forma de pene”.



Cort. TalCualDigital

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