“Prófugo”. Con esa palabra los rojos del chavismo desnudo han comenzado a calificar al exmagistrado Eladio Aponte Aponte. Desde Aristóbulo Istúriz hasta el propio ministro de Interior y Justicia, Tareck El Aissami.
En primer término, Aponte puede ser un bicho pero “prófugo” no. Para ser el depositario de tal calificativo, el sujeto debe estar siendo perseguido por la justicia y los órganos policiales. Pero la realidad es que Eladio andaba realengo por las calles de Caracas, porque a pesar que lo del carnet a Walid Makled se había denunciado hace mucho, nunca (léase bien, nunca) se le dictó ningún tipo de detención, ni averiguación penal, ni nada, hasta que la Asamblea Nacional lo destituyó.
En segundo término, si Aponte es un prófugo, un escapao, ¿de quién es esa responsabilidad? ¿Quién maneja la seguridad en aeropuertos? ¿Quién es en el cargado del Saime y los puntos migratorios? ¿No es el mismo Tareck El Aissami? El caso de Aponte no solo es una confirmación de la podredumbre judicial y política, sino de la poca efectividad de los cuerpos de seguridad del país.
Digo, si en verdad querían evitar que saliera por Maiquetía, porque, como bien dijo Aristóbulo, “estamos acostumbrados a que esos personajes se vayan del país”.
TalCualDigital
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