martes, 24 de abril de 2012

Ganándose chavistas

El chavismo cambió y Capriles aprovecha. Ante el descontento de sectores oficialistas, el candidato de la MUD se mete en la cueva del lobo. Capriles venció los obstáculos del colectivo Ataroa y recorrió el sector La Carucieña. Henri Falcón, gobernador de Lara, es una pieza clave para el triunfo de la Unidad. Le promete 600 mil votos

MARISELA CASTILLO APITZ/TalCualDigital
Si algo ha hecho Henrique Capriles Radonski desde que se lanzó a la presidencia es roncarle en la cueva al chavismo. El fin de semana pasado, el candidato se metió en la boca del lobo y dejó a más de uno atónito. Acompañado de Henri Falcón, gobernador del estado Lara, caminaron casa por casa en el sector La Carucieña, al oeste de Barquisimeto.

Se trata de una comunidad donde el colectivo socialista Ataroa hace vida y es el lugar favorito del presidente Chávez para cerrar sus campañas políticas. Es el equivalente guaro al colectivo La Piedrita. Nadie creía que la actividad se iba a realizar. Era impensable que "el candidato de la derecha" caminara por estos predios.

Una parroquia donde en 2010 el PSUV se impuso con 43,67% de votos a favor de los diputados rojos rojitos. Sin embargo, nada de esto impidió que Capriles recorriera sus calles. "El colectivo Ataroa se quedó con los crespos hechos", decía una vecina del sector.

Y así fue: Capriles entró, camino y recorrió la comunidad. Un lujo que Manuel Rosales en 2006 no pudo hacer "porque lo sacaron a tiros. Los tiempos han cambiado", reflexionó la señora. Su verbo transmitía el cansancio que este grupo de personas le causaba. "Ellos dicen trabajar por la comunidad y en realidad son unos delincuentes financiados por (Luis) Reyes Reyes (candidato a gobernador por el PSUV) para tenernos presos en nuestras casas", resaltó.

Quien conozca la zona sabe que este mismo grupo es el responsable del secuestro del personal de Hidrolara en tres oportunidades. "Fueron ellos quienes amenazaron con incendiar sus instalaciones con las personas adentro hasta que no le dieran los recursos que exigían", aseguró Julio García, vecino de La Carucieña.

Nada de esto amilanó a Capriles, y mucho menos a Henri Falcón. Este gobernador sabía bien dónde se metía. El despliegue de seguridad de Polilara, horas antes, fue fuerte. Pero esto no impidió la violencia entre la comunidad y Ataroa. "Ellos juraron que se iban a salir con la suya. Apenas se enteraron que Capriles venía tomaron las calles para impedir su llegada.

Salimos y nos enfrentamos. Hubo hasta disparos y los chavistas se tuvieron que retirar. Al pueblo se respeta, ya estamos hartos de Ataroa", resaltó García.

Estos fueron los hechos que precedieron la llegada de Capriles: plomo, piedras y palos. Sin embargo, la caminata se realizó con normalidad. Capriles compartió con ancianos, hombres y mujeres que esperaban su llegada, y muchachos que fueron condenados a una silla de rueda por la inseguridad.

"Todo por una moto", recordaba el afectado. Las quejas no cambiaban en la medida en que avanzaba. Las necesidades eran las mismas: vivienda, seguridad y empleo. Nada más. "No queremos que nos regalen nada, Henrique, solo queremos trabajar", le decía un señor que se quejaba del desempleo.

El candidato parecía entender la lógica de los vecinos. Incluso picaba adelante y les preguntaba por sus problemas aunque ya sabía sus padecimientos. "No es difícil adivinarlo, porque siempre son los mismos", admitió un integrante de su campaña.

El aspirante se interesaba, con habilidad, en saber cuántas familias vivían en una misma casa y cuántos trabajaban. Sabe que este es el problema medular de los venezolanos. La respuesta ya era común: "somos tres familias viviendo juntos y, de 17 personas, solo dos trabajan". El hacinamiento era evidente.

El día terminó y Capriles le mordió al chavismo. La gente resaltaba que lo importante era que la actividad se realizara. Una vecina del sector explicaba a los caraqueños que presenciaban la actividad, en su mayoría periodistas, que esto era igual a que Capriles caminara por el 23 de Enero, con la presencia de La Piedrita.

HENRI ES LA LLAVE
Horas antes de la visita a La Carucieña, Capriles visitó El Trompillo, comunidad que destaca por sus casas de latón. Aquí se respira hambre, miseria y escasez. Para estos vecinos la alegría principal era la visita del gobernador, no la de Capriles. "Henri, Henri, aquí, aquí", era lo que se escuchaba.

El nombre de Capriles muy poco se decía. Aquellos que pronunciaban su nombre hacían un intento fallido y exclamaban: "Randoski, Randoski, te amo".

La comunidad recibió al candidato. Toda la actividad se realizó con la presencia de un grupo de militantes del PSUV quienes desde la autopista rechazaron su visita. La jornada no fue violenta y los dos grupos convivieron en paz.

En todo el recorrido no hubo un vecino que no dijera que necesitaba una casa. Sí, una de esas viviendas que el Presidente ha prometido por 12 años, y que todavía brillan por su ausencia. Capriles explicaba que necesitaba llegar al poder para cambiar esta situación. Con lo que sí ayudaba era con favores médicos. "Uno siempre tiene un doctor que nos echa la mano en las comunidades", les respondía. La gente se lo agradecía.

Henri Falcón, por su parte, se manejaba como pez en el agua. Se siente guapo y apoyado y parece estar sobrado frente al chavismo en esa entidad. Sabe y entiende que Capriles necesita de él para penetrar en el pueblo, hasta el punto de prometerle 600 mil votos el 7 de octubre.

La actividad terminó. Algunos se preguntaron si las promesas de Capriles se convertirían en realidad o si por el contrario serían más de lo mismo. Otros, incluso, dudaban si el candidato se acordaría de ellos cuando llegara a Miraflores. "Lo peor que nos hizo Chávez fue tener una generación de jóvenes que no creen en la política. Cómo culparlos si crecieron con un gobierno que nunca les cumplió", reflexionó un vecino del sector.

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