Vean lo que está ocurriendo en toda Venezuela, se ha puesto en movimiento un país hastiado de la pobreza intelectual, de la mediocridad, de la mentira, de la corrupción y la ineficacia que exhibe a diario la "dirigencia" chavista
El desarrollo de un verdadero tsunami electoral, va haciendo caer las frágiles caretas de la llamada "banda de las cuatro". Cada vez es más evidente no sólo la prosternación del "arbitro" electoral ante el presidente saliente, sino también su contubernio con la nomenclatura del régimen y el PSUV.
La violación de la Constitución Nacional y de las diversas leyes que rigen el proceso electoral y el ejercicio de la función pública, por parte del teniente coronel y del régimen en general, se ejecuta con desparpajo y prepotencia.
Frente a esta realidad, las señoras del CNE son ciegas, sordas y mudas. Su concepción del respeto al estado de derecho y a la democracia, se circunscribe a intentar salvar a la patria de la gorra de Henrique Capriles.
Es bueno que el "arbitro" entienda que el inevitable triunfo de Henrique Capriles significa liberar al país de odios y lealtades bastardas, para dar paso a la necesaria integración de los venezolanos.
Es una oportunidad para desterrar de la cotidianidad el enfrentamiento estéril, abandonar para siempre esta experiencia cavernaria que solamente ha dejado muerte, desempleo, pésimos servicios, y degradación cívica y espiritual.
Vean lo que está ocurriendo en toda Venezuela, se ha puesto en movimiento un país hastiado de la pobreza intelectual, de la mediocridad, de la mentira, de la corrupción y la ineficacia que exhibe a diario la "dirigencia" chavista.
Quienes integran el CNE, deberían saber que los pueblos se cansan de los abusos del poder, y que quienes tienen la obligación de ejercer sus cargos con imparcialidad, están sujetos a los juicios perentorios de la historia.
Puede y debe el CNE, asumir con seriedad la responsabilidad de conducir este proceso electoral garantizando los deberes y derechos de todos, impidiendo el escandaloso ventajismo del Gobierno, y evitar ser parte de una eventual y peligrosa maniobra destinada a desconocer el triunfo de Capriles.
La histeria de gente del PSUV en evidente sintonía con voceras del CNE, acerca del uso de la gorra por parte de Capriles, es de un cinismo escatológico. Den a modo de hojita de parra una demostración de seriedad mínima y ordenen quitar las gigantografías y pancartas dedicadas a adular al presidente saliente que están colocadas en edificaciones donde funcionan entes públicos.
Impidan el uso de vehículos del estado y el uso de los medios de comunicación que son de todos los venezolanos y están secuestrados por el gobierno. Y en cuanto a las cadenas, no sigan tratando al ciudadano como estúpido, no se les pide ni siquiera que las prohíban, sólo que el autócrata no las utilice para insultar como un malandro al candidato de la democracia, y para mentir y engañar a los venezolanos.
Eso se pide. De los dineros del estado utilizados en la campaña dentro y fuera del país, ni se nos ocurre sugerir que se ocupen. Para ello hay que rescatar las instituciones del estado, impedir que sigan arrodilladas, y para lograr eso el país sabe que tenemos que comenzar ¡a comprar gorras!
Cort. TalCualDigital
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