MARCOS CARRILLO | EL UNIVERSAL
Como se sabe, la transmisión de los juegos olímpicos fue otorgada de forma exclusiva a TVES, la televisora creada por el gobierno para usar la señal y los equipos robados a RCTV.
La democracia se fundamenta en tolerancia y pluralismo. En la práctica esto significa que en democracia los ciudadanos tienen la libertad de escoger lo que quieren hacer del modo que quieran. Por ello, estos hechos tienen enorme significado: develan el carácter totalitario de este gobierno.
La actitud oficialista es algo así como "van a tener que humillarse si quieren ver las olimpíadas", "¿no y que no les gustaba TVES?, ahora se la calan". Hay un cierto regodeo, un gusto morboso, en esta precaria demostración de poder. Es similar a aquella en la que el público grita "cadena, cadena" cuando hay un acto oficial para que el presidente todopoderoso obligue al país entero a presenciar cualquier banalidad.
¿Por qué no permitir que otros canales transmitan y de ese modo demostrar que TVES lo hace mejor? La respuesta no puede reducirse a lo obvio: el canal no está en capacidad de competir con ningún otro, dada la baja calidad de sus transmisiones. El tema va mucho más allá de un problema de competencia, hay un elemento de fondo que es lo verdaderamente perverso de esa situación: el chavismo no acepta otras visiones. Como todo totalitarismo se obliga al ciudadano a someterse a una sola perspectiva de las cosas, se excluyen otras voces. Una cosa simple como una transmisión deportiva se convierte en una forma de opresión y subordinación del ciudadano. Es una manera de ratificar quién es el que manda, de someter al ser humano, de decidir por él qué es lo que debe hacer.
Esta es la verdad de lo que le espera al país si el gobierno de Chávez llegare a continuar. La hegemonía comunicacional proferida por el superlativo adulante ministro Izarra, es un hecho. Pero la hegemonía no se limitará a unas olimpíadas. Su meta es doblegar la libertad del pensamiento en todas las áreas.
Afortunadamente, la sociedad ha respondido con estridencia. Una noticia publicada por El Universal da cuenta de un hecho interesante: ni teniendo la exclusividad de los juegos olímpicos TVES ha podido levantar el rating. La gente simplemente se niega a ver ese canal. Las causas pueden ser complejas pero lo cierto es que muchos han preferido imaginarse las olimpíadas que dejarse vencer por la imposición de una sola forma de ver las cosas. Ningún abuso gubernamental, ninguna trampa electoral, ninguna amenaza explícita o velada puede derrotar la actitud decidida de la gente que tiene el control en sus manos. Ese es el terror de todo dictador.
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