La investigación espacial está en el origen de una nueva tecnología que debería permitir poner en el mercado desde el próximo año unos medidores de la coagulación de la sangre, con los que las personas con problemas de circulación podrán controlarse de forma autónoma.
La Agencia Espacial Europea (ESA) presentó hoy mediante una nota el trabajo desarrollado en uno de sus programas de transferencia tecnológica, en el Centro Harwell del Reino Unido, y las posibles aplicaciones más allá de las pruebas de sangre.
Aplicaciones también de carácter médico como el análisis de plasma o de lágrimas, pero también industriales, como el examen del combustible en un motor o la viscosidad y el estado del chocolate o el ketchup.
El dispositivo que está en fase de pruebas utiliza una pequeña cantidad de sangre, lo que facilita que pueda ser utilizado de forma repetida por las personas con problemas de coagulación, algo que "a los hematólogos les está pareciendo realmente importante", explicó Vladislav Djakov, el investigador que empezó a desarrollarlo para un uso totalmente diferente.
Djakov comenzó sus trabajos hace una quincena de años, cuando era todavía estudiante, con la idea de configurar unas micro-criaturas electromecánicas que reprodujeran la acción que tienen los enjambres de seres vivos en la naturaleza y que sirvieran para equipar futuras estaciones espaciales.
Su idea, que por el momento no ha progresado lo suficiente para pasar las fases de prueba que permitan su uso en el espacio, sin embargo ha podido derivar en las utilizaciones médicas que ahora se están ultimando.
La empresa Microvisk, que ha sido la que ha desarrollado la tecnología con apoyo del programa STFC Innovation de la ESA, espera que los pacientes puedan controlar ellos mismos en su casa la coagulación de la sangre con una muestra mínima obtenida con un simple pinchazo en el dedo.
Algo similar a lo que ya pueden hacer los diabéticos para tener una supervisión del azúcar en la sangre.
Globovisión/EFE
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