Por: Teodoro Petkoff/TalCual
Cómo estarán las cosas en el mundo chavista que el PSUV en estos días mandó a callar a Chacumbele, exigiéndole que no siga imponiendo candidaturas para las gobernaciones porque eso perturba mucho la vida interna del partido.
Es la primera vez, que se sepa, que el partido asume una actitud autónoma respecto de su jefe, atreviéndose a pedirle que cierre el pico. El punto es, sin embargo, que si Chacu no habla el problema en cierta forma es peor, porque la matazón interna por esos cargos se mantiene muy viva, con varios candidatos a candidatos cuyos pleitos por el cargo son tan perjudiciales para la salud del PSUV como el entrépito de Chávez queriendo imponer todas las candidaturas.
El problema deriva del peculiar sentido de la democracia participativa que se ha impuesto en el PSUV. Es un círculo vicioso. Chacumbele se niega a aceptar primarias y el partido no quiere que Chávez continúe resolviendo la charada candidatural por su cuenta. Ya vendrán las trompadas estatutarias.
Se comprenden, entonces, las peripecias por las que está pasando el partido de gobierno. Chacumbele había designado ya ocho candidatos.
Uno de ellos, Nicolas Maduro, que fue enviado a Carabobo, donde no tiene raíz alguna, fue súbitamente cambiado, sin conocimiento ni de él ni el de su sustituto, Francisco Ameliach. Cuando Chacu anunció públicamente en Carabobo el cambio, se produjo una protesta masiva de los asistentes (otro signo en el cielo) que provocó una pataleta en él, regañando groseramente, según su costumbre, a sus propios compañeros. ¿A qué obedece el cambio de Maduro? El partido que se jacta de su transparencia, no ha soltado prenda.
Otro candidato nombrado y ya transformado en ex candidato es Tarek El Aissami, a quien Chacumbele había lanzado en el Táchira. Debe haber medido la temperatura ambiente y bien rápido percibió que había sido enviado a un matadero, porque si en algún estado el chavismo no tiene vida es precisamente allá en los confines andinos. Le renunció a Chávez, cosa que nunca se ha visto en el chavismo.
Rangel Gómez, en Bolívar, apenas si fue mencionado por Chacu una vez y eso ha hecho que el hombre ande con los nervios de punta, jalando desaforadamente, porque no tiene seguridad alguna de ser ratificado, dado el rechazo que su nombre provoca en Guayana. Teodoro Bolívar, en Cojedes, aspirante a reelección, está a punto de ser echado a patadas de su estado por una militancia que no lo puede ver, tan inútil es.
Otro designado que, sin querer queriendo, dejó saber que el regalito envenenado de la gobernación de Monagas poco placer le produce, fue Diosdado Cabello.
Enterado por la prensa de que Chacu "lo estaba viendo como gobernador de Monagas" declaró que tal cosa no estaba planteada por ahora, sino después del 7 de octubre. Diosdado, pues, desmintió a su jefe y sentó las bases para que el partido pudiera sacar arrestos para hacerle saber a Chacumbele que por ahora mejor es no menear el tema y para asomar la posibilidad de que sea la base partidista la que haga la escogencia, no Chacumbele por sus riñones.
La nave del personalismo y el autocratismo está haciendo aguas hasta en el propio mar chavista. Las gallinas están cantando como gallos.
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