SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Ya sabemos que el gobierno, más que un mar de la felicidad, es un mar de contradicciones. El asunto es lamentable porque le resta credibilidad. Mientras en el país y fuera de él no son pocos los esperanzados de que un proceso de amnistía se dé por completo, garantizando la libertad a los presos políticos; y frente a un gobierno que ha establecido reuniones, comisionados y hasta palabras en pro de la "reconciliación nacional", no deja de ser curioso ver cómo desde las entrañas del mismo poder se torpedean tales esfuerzos.
Nicolás Maduro, el Vicepresidente Ejecutivo, y otros representantes del alto Gobierno se reunieron con una comisión de la oposición, donde están metidos abogados, diputados y facilitadores. Hablaron y probablemente se vuelvan a ver las caras esta semana para entregar los expedientes. Mientras tanto, otro sector anda jurungando la paciencia a ver si logra acabar con el proceso.
Es lo que se evidencia con el estreno este pasado fin de semana del documental, financiado por Conatel y bastante publicitado, titulado Concierto para Delinquir, donde remueven la memoria con el paro petrolero de 2002-2003 y ponen de nuevo en el banquillo de los culpables a quienes encabezaron aquellas acciones.
¿Cómo leer esto? Muchas de esas caras pudieran beneficiarse de la amnistía, si se concreta. Es evidente que dentro del chavismo hecho gobierno no son pocos los que no andan en la misma onda que, al menos de la boca para afuera, manifiesta Maduro y compañía. ¿Premeditado? Ya veremos. ¿Problemas intestinos de poder e influencia? Quizá. Al parecer, la amnistía debe prosperar empezando por apagar ciertos canales de televisión.
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