Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Para una eventual elección sobrevenida un candidato preventivo. Tal es lo que parece haberse planteado la MUD ante la posibilidad, la probabilidad, de una muy cercana y relancina ausencia absoluta del Presidente. Parece una prudente decisión.
Y ya ha despegado el operativo, el domingo pasado. Hasta ahora nos han hecho saber que el candidato debe ser por consenso y la decisión pronta. Se sabe también que hay al menos dos proposiciones fuertes en mesa: la tarjeta única, que parece muy lógica, sobre todo después de que la tarjeta de la MUD superó las opciones partidistas en las elecciones presidenciales, lo cual ha debido mermar bastante el espíritu competitivo de las parcelas en pugna; la otra es la promesa de no reelección, que tiene bastante de la mala maña de contar los pollos antes de nacer.
Pero la tarea mayor parece ser la de liquidar los reproches y sanar las heridas de la campaña presidencial de octubre. Es de esperar que esto se logre porque nunca como ahora es tan necesaria la unidad para un tránsito realmente empinado.
Aquí hay que ser menos rotundos en el análisis, pero pareciese que la solución es robustecer los principios unitarios, es decir, no repetir la exclusión de algunos actores que se dio en el Comando Venezuela, comprometerse con el programa de la Mesa, que se supone es el pacto fundacional de la unidad, y tratar de llevar ésta, en lo posible, más allá de los partidos políticos.
A los que se quejan de haber sido postergados y a los que armaron la estrategia octubrista los supone uno dispuestos a llegar a acuerdos y reorientaciones que enderecen la nave, para lo cual bastaría recordar que las amistades firmes solo son posibles por la equidad a la hora de sumar pero también de repartir.
A pesar de algunas malas caras y palabras poco amables de estos días, esto debería andar por buen camino y los correctivos en preparación, lo cual, aun en la lógica más pragmáticamente electoralista, parece ser la mejor opción, probablemente la única.
Hay, sin duda, nunca faltan, voces opositoras muy estridentes, pero es de esperar que se atemperen cuando la cocina esté terminada y en todo caso ni su consistencia cuantitativa ni la verosimilitud de sus propuestas las hacen muy amenazantes.
No es un problema menor y que circula con bastante recurrencia la actitud a tomar ante la flagrante parcialización del árbitro, del CNE, ahora reforzado por la impudicia demostrada en los recientes comicios y la vocación arbitraria y violentista de los desangelados herederos de Chávez.
Como se sabe esto da lugar a un círculo muy vicioso: si se arremete con mucha fuerza contra el organismo rector, se potencia la abstención en un electorado muy sensible; si se deja pasar demasiado, sucede algo parecido. No queda sino el buen tino político y, de verdad, una seria dosis de firmeza, sin extravagancias, que también las hay.
El candidato parece ser un problema menor. Todos los caminos conducen a Roma, es decir, a Los Teques. Y nos atrevemos a proponer que completar la fórmula con aires larenses podría ayudar mucho a la amplitud deseada.
Si de verdad todavía es de noche en el país, éste es el escenario inminente. Debemos ponernos de pie y dar el imprevisto combate con toda la gallardía y la tenacidad posible. Como siempre hay que hacerlo, ética y políticamente hablando.
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