La exigencia de que se diga la verdad sobre el estado de salud del Presidente no parte solo de la oposición, sino también de humildes militantes del proceso con derecho a saber qué pasa con el líder.
SEBASTIÁN BOCCANEGRA/TalCualDigital
La exigencia de que se diga la verdad sobre el estado de salud del Presidente no parte solo de la oposición, sino también de humildes militantes del proceso con derecho a saber qué pasa con el líder.
Las dudas sobre la versión oficial que transmiten Maduro, Cabello, Villegas y demás integrantes del cogollo rojo, están haciendo mella en la credibilidad de una parte del “pueblo” chavista. La razón de ellas está, en gran medida, en las versiones contradictorias que ofrecen altos funcionarios gubernamentales sobre la evolución de la salud del Jefe.
Se preguntan, por ejemplo, por qué no puede Chacumbele dedicarles un minuto de televisión y darles un breve mensaje. El fin de semana pasado el vice aseguró que una parte del tren ministerial sostuvo una reunión de trabajo con el presidente-comandante de 5 horas de duración. Eso es algo que hace entrar en sospechas a no pocos chavistas, tal y como lo han manifestado en Aporrea. Más cuando la respuesta que reciben es que la aparición de Esteban en TV afectaría su tratamiento.
Dentro del chavismo también hay venezolanos que no quieren que los traten como bolsas, que no aceptan la versión oficial sin chistar, como le gustaría al dúo dinámico. Quieren, simplemente, tal y como lo ha pedido la oposición, una versión ajustada a la verdad, porque tienen la convicción de que lo que les han dicho está muy lejos de ella. Recuerdan que la mentira tiene patas cortas. Incluso deslizan sospechas sobre los manejos que están haciendo quienes conducen hoy el gobierno.
Uno de ellos acota que todo forma parte de un juego de ajedrez donde Maduro y Diosdado mueven sus piezas para ver quién se queda con el poder. Lo que pone en evidencia que la versión de que ambos se “matan de amor” también pierde credibilidad. Más seriedad, señores.
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