SIMÓN BOCANEGRA/TalCualDigital
El cuento del magnicidio tuvo un nuevo capítulo este fin de semana. Mentira fresca, apodo muy apropiado para el sucesor, afirmó que un comando de mercenarios, que después señalaron serían salvadoreños, había venido al país con tres objetivos.
El primero de ellos sabotear el sistema eléctrico, al parecer vienen a sustituir a la iguana, aquella culpable de los apagones hace unos años. Las fallas del sistema eléctrico siguen asolando la provincia venezolana, sin importar que militaricen el servicio, pues los militares no pueden con la ineficiencia y la corrupción. Todo lo contrario.
El segundo objetivo del referido comando, según Mentira fresca, era incrementar el número de asesinatos que se producen en el país, lamentablemente no hace falta que venga nadie a matar al país, pues los criminales han gozado de buena salud durante esta administración.
El tercer objetivo sería atentar contra el propio Presidente encargado. Ese cuento del magnicidio se ha venido repitiendo desde hace años. Casi desde que el finado presidente Chávez se sentó en la silla de Miraflores. Nunca se han presentado pruebas y nadie ha estado detenido por ello.
Pura coba. En este caso la mentira no es tan fresca, pero es mentira también. Esta última denuncia tiene una diferencia con la anterior. En aquella oportunidad el sicario habría ingresado al país para asesinar tanto a Maduro como a Cabello. Ahora el objetivo es sólo el Presidente encargado, al parecer Cabello ha perdido importancia. Mal síntoma para el presidente de la Asamblea Nacional, cuando ya no es incluido en las mentiras oficiales.
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