El estrepitoso fracaso del socialismo del siglo XXI. Van 14 años de revolución con "paños calientes", ineficiencia, despilfarro de recursos y corrupción. Política de "reparto" de la renta petrolera a través de las misiones no ha resuelto el drama de los pobres.
ISAAC MENCÍA/TalCualDigital
Uno de los éxitos políticos más importante del fallecido presidente Chávez y del aparato de propaganda oficial, fue haber sembrado en el imaginario colectivo y en especial en el de los estratos sociales más pobres la creencia según la cual el gobierno revolucionario era su “Redentor”, mientras que sus adversarios no sólo eran responsables de la pobreza y la exclusión, sino también sus enemigos.
Este éxito político construido sobre la base de una suerte de fusilamiento moral del enemigo, explica en buena medida el bloqueo racional y emocional que en una parte de estos sectores de la población existe ante los mensajes y voceros de la oposición democrática.
Pero como enseña la trágica experiencia en América Latina, una cosa es tener un discurso político-ideológico para los pobres, hacer propaganda aprovechándose de las necesidades de los mismos, y otra cosa muy distinta es diseñar y ejecutar desde el gobierno políticas públicas adecuadas, eficientes y exitosas para superar la pobreza más allá de reducciones transitorias de la misma.
En tal sentido, esta experiencia nos enseña que no basta con aplicar políticas de “distribución de ingresos” a través del gasto público con programas sociales dirigidos a los pobres, como tampoco es suficiente con hacer crecer la economía.
Se necesita que haya simultáneamente y en forma complementaria una estrategia de desarrollo exitosa tanto en lo económico como en lo social.
Y precisamente en ambos aspectos el gobierno revolucionario exhibe un rotundo fracaso, aunque la percepción política haya estado oscurecida hasta ahora impidiendo ver la realidad.
La verdad es que la política de “reparto” de la renta petrolera a través de las Misiones que tanto publicita el gobierno, no ha resuelto de manera satisfactoria ninguno de los grandes problemas y déficit sociales acumulados en el país y que están en la base de la pobreza.
PAÑOS CALIENTES
La calidad de la educación y de la salud pública, fundamentales para el ascenso y la inclusión social, ha continuado deteriorándose, el déficit de viviendas y de servicios públicos básicos como electricidad y agua, se ha incrementado, la seguridad ciudadana no existe, particularmente para las personas y familias que viven en los sectores populares que son los que más sufren la violencia criminal.
Lo que habido en estos 14 años de revolución es sólo “paños calientes”, ineficiencia, despilfarro de recursos y corrupción, en la atención de estas áreas prioritarias en la superaciónde la pobreza.
El hecho cierto es que la deuda social que se prometió saldar creció pese a haber manejado el gobierno la mayor bonanza petrolera de toda la historia (más de 600 mil millones de dólares).
En cuanto al modelo, la estrategia, y la política económica instrumentada el fracaso es monumental. La insensata decisión de querer imponer en Venezuela el ruinoso modelo del Castro comunismo cubano, pensando que la renta petrolera permitiría financiar cualquier disparate económico, ha provocado un profundo debilitamiento y deterioro tanto de la capacidad productiva de Pdvsa y del resto de las empresas del Estado, como de las empresas privadas.
La consecuencia ha sido y es destrucción de empleos productivos efectivos y potenciales, una alta y persistente inflación, la más elevada del continente, escasez de bienes y servicios, caída del salario y del ingreso real de las personas y de las familias, fuga de capitales, importaciones desbordadas favoreciendo la creación de empleos en otros países, continuas maxidevaluaciones del bolívar, déficit fiscal insostenibles y endeudamiento masivo de la República.
Con un panorama económico como este están creadas las condiciones para un aumento de la población en situación de pobreza, no obstante lo que predique la propaganda oficialista.
BONANZA Y VORACIDAD
Si bien es cierto que la pobreza medida según la “Línea de ingreso” muestra una disminución en estos años de bonanza petrolera y voracidad en el gasto público, la verdad es que esta se sustentó no en un aumento del empleo productivo y estable o en una mejora del salario real, el cual por el contrario se desplomó, sino en un aumento desordenado con propósitos electorales y de control político, de las transferencias monetarias y subsidios a la población pobre.
El incremento del consumo en estos sectores es frágil e insostenible pues depende de ingresos petroleros crecientes y sostenidos y ello escapa al control del gobierno.
Más que “Redentores” de los pobres quienes han ejercido el poder en estos últimos 14 años se han convertido en Fabricantes de Pobreza. Desmontar esta fábrica de producir y mantener pobres es el reto que le toca enfrentar a Henrique Capriles a partir del 14 de abril.
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