SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
El gobierno está haciendo una campaña electoral en la cual el factor intimidación está jugando con mucha fuerza. O también porque están sembrando las condiciones para armar un zafarrancho en caso (muy probable) de que pierdan.
Se ha juntado en estos pocos días una sucesión de acontecimientos que produce desde perplejidad hasta carcajadas, pero que no dejan de inducir preocupación.
Comenzó el propio Maduro, seguido luego por Diosdado y por el último activista del chavismo, un tipo de apellido Reverol, ministro del Interior, que denuncian la presencia en el país de unos tales mercenarios extranjeros, salvadoreños para más señas, que tienen como misión principalísima (¡cuándo no!) matar a Maduro y a Diosdado.
Según Diosdado, ya fueron detectados y precisados. ¿Por qué no están presos? Pero, encima, los mismos caballeros "amenazados" vocean ante quien quiera oírles esa paparruchada, que la oposición tiene la intención de desconocer el resultado electoral, aunque simultáneamente estaría, según Maduro, preparando su retiro del proceso.
O no quieren confundir o no conocen bien los planes de la oposición. En definitiva, ¿qué es lo que va a hacer esta? Aclaren, por favor: ¿se retirarán antes o participarán y luego desconocerán?
Cómo se ve que la ausencia del único que pensaba en este equipo de gobierno, los tiene llenos de confusión y sus cerebros vueltos un ocho.
Pero, encima, acompañan estos rasgos de genio con actos. Los estudiantes que protestaban pacíficamente (de hecho, acampaban) en la plaza de La Castellana fueron atacados brutalmente por una banda de motorizados, con saldo de varios heridos y, simultáneamente, con la rapidez del rayo, fue solicitado el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de Richard Mardo, diputado aragüeño de Primero Justicia.
Todo esto denota, más que susto, pánico. ¿Cómo le van a explicar al pajarito que se comunica con Maduro qué fue lo que pasó?
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