Pero en tiempos de chips de racionamiento, audios letrinescos y otras maravillas revolucionarias, la especulación tiende a expandirse
Sobre el inesperado viaje de Diosdado Cabello a La Habana se tejen las más disímiles conjeturas, las cuales van desde sus postergados deseos de conocer La Bodeguita del Medio hasta constatar los avances genéticos de las vacas del hermano de Fidel (se dice que el verdadero científico era, quién más si no, el Caballo, pero que este abrumado de tantos títulos le concedió uno a su disminuido hermano).
Pero en tiempos de chips de racionamiento, audios letrinescos y otras maravillas revolucionarias, la especulación tiende a expandirse. La más socorrida es la de Canosa que data del mil y pico cuando el papa Gregorio VII obligó al rey Enrique VIII a ponerse rodilla (¿en tierra?) y besarle el anillo en reconocimiento a su autoridad y que se dejara de vainas.
Dicen que el Papa le impuso un plantón al Rey y que este se lo caló de lo más obedientico. Bueno, quién quita que Diosdado, el más atrinca de los militares, si es que de verdad controla a la FAN y no a un simple ordenanza, acostumbrado a los coscorrones de su desaparecido jefe, haya ido a La Habana a que le dieran lo suyo mientras fragua su viaje a La Casona que se parece a Canosa pero se escriben distinto.
TalCualDigital
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