Por: VenEconomía
Como ya lo han reiterado la mayoría de los analistas, y como lo empiezan a entender los “técnicos de la revolución”, la crisis económica que atraviesa Venezuela no tiene una salida fácil.
Esto es particularmente cierto en lo que respecta al tema cambiario. Cualquier solución a la crisis económica pasa por encontrar salidas a la problemática de la tasa de cambio y, especialmente, a la fuerte presión que la falta de divisas está generando en la producción y abastecimiento de productos básicos.
El punto al que han llegado las cosas no solo se debe ya a un sin fin de políticas erradas aplicadas en estos 14 años, sino también obedece a la renuencia de enfrentar a tiempo los problemas que generaban esas malas políticas. Una combinación explosiva: no se han aplicado los correctivos necesarios ni tampoco se ha informado a la opinión pública acerca de la naturaleza de los problemas.
Así, la opinión pública fue tomada de sorpresa por la escasez y el aumento del costo de la vida.
Ahora, aunque tardíamente, el gobierno pareciera que está buscando vías de solución, pero aún no se ve con claridad si tomará las correctas. Entre otras, se comenta que se estaría pensando: 1) Volver al Sistema de Transacciones con Títulos en Moneda Extranjera (SITME), pero en una versión más eficaz. 2) Persistir con el Sistema Complementario de Divisas (SICAD), cuya primera y única subasta no dio los resultados deseados. 3) También se habla de otros posibles mecanismos que aún no están definidos.
Para VenEconomía, uno de los problemas de la política cambiaria es la prohibición y penalización de la información del mercado paralelo, pues ello ha impedido que la población se prepare para entender (y aceptar) en qué magnitud está una tasa de cambio de equilibrio.
Por ejemplo, si se toma el monto resultante de la división de la liquidez monetaria entre el monto de las reservas, la tasa resultante sería de Bs.30:$; o tomando como base el precio que según versiones extraoficiales resultó de la subasta del SICAD, se estaría hablando de Bs.12:$; o si se calculara en base a la diferencia entre las tasas de inflación de Venezuela y las de los países socios, estaría a Bs.14,00:$ para el 31 de mayo de 2013.
Aquí surge el primer gran problema: Si ya causó alarma en la población en enero de este año la devaluación de Bs.4,30:$ a Bs.6,30:$, ¿cuál sería la reacción si la tasa autorizada fuese de Bs.30:$, Bs.14:$ o Bs.12:$? ¿Cómo preparar a la opinión pública para aceptar una tasa de cambio en estos niveles? ¿Cómo esperar que asimilen con tranquilidad el impacto inflacionario que ello representaría, si ya la población está herida con la espiral de altos precios que actualmente padece?
Si no se busca equilibrar el mercado en estos niveles, sólo se correría la arruga para generar una crisis aún más grave.
Un segundo problema es que ninguna apertura es posible sin un nivel óptimo de divisas disponibles para intervenir el mercado. Un nivel que se estima en $5 millardos para estabilizar al mercado durante dos o tres meses. Se duda que el gobierno tenga tal disponibilidad en la actualidad.
Un tercer problema es que cualquier apertura pasa necesariamente por una política que incentive la confianza, la inversión y la productividad. Esto no parece estar en la mente del gobierno, a pesar de los amagos de acercamiento al realizar mesas técnicas con algunos empresarios de diferentes sectores.
El cuarto problema es que las tres facciones del oficialismo (ultraizquierdistas, pragmáticos y los que persiguen mantenerse a toda costa en el poder) deben vencer una barrera que hoy parece ser infranqueable.
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