Por: VenEconomía
Qué bueno sería poder hablar en este 446º Aniversario de Santiago de León de Caracas, como lo hacía Billo Frómeta en su Canto a Caracas, y ensalzar "sus cerros, sus techos rojos, su lindo cielo, y las flores de mil colores de Galipán…"
Lamentablemente, hoy la capital de esta menguada República "Bolivariana" de Venezuela no es ni la sombra de lo que un día fue. No es la ciudad amable de los techos rojos, ni la pujante ciudad cosmopolita que repuntaba en modernidad, limpieza y bonanza hace algunas décadas atrás.
Caracas, para comenzar, se derrumba por el afán hegemónico de un proceso comunista importado de una fracasada isla caribeña.
La politización ha sido puesta por encima del bienestar y progreso de sus habitantes. Se ha impuesto a dedo un gobierno paralelo que le restó competencias y recursos a la Alcaldía Mayor, por el solo hecho de que su gobernante, electo por voluntad popular, pertenece a la Unidad Democrática. Un gobierno de Caracas espurio que, siguiendo la costumbre "revolucionaria", no lava ni presta la batea para desespero de la población.
Hoy Caracas se ha venido a menos. Los problemas urbanos que la desbordan han tomado dimensiones inimaginables. Quienes transitan por los lados de la zona oeste sufren, por ejemplo, de la abundancia de basura que en algunas partes impide el paso vehicular y hace insalubre el ambiente para quienes allí viven, como es el vergonzoso caso de la Cota 905.
El congestionamiento del tráfico automotor también acosa al caraqueño, de oeste a este y de norte a sur, independientemente de la hora que se transite. Es un problema donde convergen la falta de planificación de la ciudad, el no mantenimiento de alcantarillados y vías, así como la falta de inversión en infraestructura. A esto se aúna la falta de voluntad política para normar el flujo descontrolado de motocicletas, que ha incrementado los accidentes de tránsito fatales en la capital.
A estas problemáticas se le suma la inseguridad, que ha elevado las cifras de víctimas de la delincuencia en Caracas a niveles intolerables. Sólo en los primeros 11 días de julio se reportaron 169 homicidios en esta ciudad catalogada como una de las más violentas del mundo.
Y, por si fuera poco, la Gran Misión Vivienda, con su falta de planificación, de estudios de suelos, urbanísticos y sociales, que no previó la prestación de servicios públicos básicos, ha traído mayor caos a las zonas urbanas caraqueñas donde se han asentado las torres de la misión. No hay edificio o zona donde se haya construido un edificio de la misión que hoy no sufra los embates del ruido, la suciedad y la delincuencia.
Caracas hoy, no sólo no tiene techos rojos, sino que sus cerros están abarrotados de ranchos, el servicio de agua potable se hace escaso, la electricidad comienza a apagarse con más frecuencia en muchas zonas, y los parques y espacios públicos para el deporte y la recreación envejecen con poco cuido.
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