Por: Fernando Rodríguez/TalCual
¡Plomo al hampa! Esa fue la consigna del primer alcalde metropolitano que tuvo Caracas y que, lamentablemente, recoge muy bien el sentir de la mayoría de los venezolanos, que cree que a sangre y fuego, y sin importar la violación de los derechos humanos, se acaba con el delito. Es verdad que la inseguridad era un problema grave antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, pero luego de 14 años el hampa es mucho más poderosa que en el pasado.
La desidia e irresponsabilidad con la que el Gobierno ha tratado el tema explica ese auge. Han llevado a cabo, o por lo menos los han anunciado, más de 20 planes de seguridad y el remedio parece haber sido peor que la enfermedad a juzgar por los resultados.
En el estreno del madurismo en la presidencia, el tema ha vuelto a ser puesto sobre la mesa y arrancan el Plan Patria Segura, incluyendo en él la participación de la Fuerza Armada, a pesar de las advertencias de expertos en la materia de que sus integrantes no están preparados para tal tarea. Las consecuencias ya las estamos viendo. La inseguridad sigue sin bajar. Por mucho que el ministro del Interior muestre unas estadísticas prefabricadas, la realidad se impone.
Pero si antes había que temerle al hampa, ahora también la gente siente miedo cuando pasa frente a una alcabala policial-militar, pues algunos hechos están demostrando que no tienen reparo en disparar primero y averiguar después.
El caso más emblemático de lo que señalamos ocurrió en Coro, donde una madre y una de sus hijas fueron asesinadas por efectivos de la Guardia Nacional, quienes confundieron el auto en el que viajaban con el que supuestamente utilizaban unos delincuentes. En vez de averiguar quiénes tripulaban el vehículo, descargaron 50 tiros y asesinaron a dos inocentes.
Si aquellos que murieron en ese incidente hubiesen sido personas con "antecedentes", una buena parte de la opinión pública habría celebrado la acción.
Los que así razonan no se dan cuenta que algo parecido les puede pasar a ellos. Hechos posteriores confirman lo que afirmamos. El sábado 13 un joven fue asesinado en Petare por no atender la voz de alto en una alcabala de la GN.
Por ese hecho está detenido un efectivo de ese cuerpo.
Pero no son los únicos casos. Según reseñó el pasado martes 16 de julio El Universal, en dos hechos distintos, entre domingo 14 y lunes 15, fueron asesinados cuatro jóvenes en Caracas por no "atender" la voz de alto. En Las Adjuntas los responsables de las muertes fueron efectivos de Policaracas, mientras que en la avenida Morán los que dispararon pertenecen al Cicpc.
La lucha contra el delito requiere de planes serios. De acciones a corto, mediano y largo plazo. De policías, jueces y fiscales honestos y comprometidos con la justicia. De cárceles que no sean universidades del delito, ni tampoco lugares desde los cuales se pueda ordenar y dirigir crímenes. Reducir la inseguridad no depende de operativos mediáticos para tratar de engañar incautos y menos de acciones que lo que hacen es repetir las mismas recetas fracasadas de toda la vida.
Lo que estamos viendo ya fracasó antes y fracasará otra vez. A los muertos generados por el hampa, les sumamos ahora los que dejan los cuerpos policiales-militares, y aunque la Fiscalía actúe, la muerte no tiene remedio.
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