El conflicto existencial que la historia nos plantea no es poca cosa. Casi puede imaginarse uno la versión criolla de Hamlet sosteniendo en sus manos el tubito vacío del rollo de papel (el popular tururú de nuestra precaria infancia) y mirando profundo al infinito para exclamar: “¡tualé or not tualé...that is the question!”.
Al parecer patria y limpieza íntima no congenian. Y es que los dilemas en los que te ponen a escoger entre patria y alguna otra cosa, lo hacen sentir a uno miserable si uno siente que quiere la otra cosa. Por esta vía lo podrían conducir a uno a tener que decidir entre “patria o agua caliente”, “patria o desodorante” y “patria o harina precocida”. Algo no anda bien cuando en la cabeza de uno se instala la idea de que si quieres papel higiénico, eres una mala persona, porque la cosa trasciende y puedes comenzar a pensar que ir al baño es un acto de vanidad y no una necesidad fisiológica. Pueden hacerte creer que parte de lo que es la esencia de ser un verdadero patriota es aguantar muchas horas sin ir al baño. Por esta vía sobreviene el estreñimiento, tanto físico como teórico. Es decir, si cuando uno va al baño y mira el rollo lo que le viene a la cabeza son las glorias inmarcesibles de los próceres, el sacrificio que significó el paso de los Andes y la emigración a oriente ante la arremetida de Boves y comienzas a sentirte miserable por pensar en necesidades tan concretas e íntimamente egoístas, algo anda mal, porque justo ahí se te quitan las ganas porque sientes que estas a punto de mancillar gestas sagradas.
En ese momento de reflexión íntima en el cual uno comienza a repensar la patria a la luz del papel, es inevitable preguntarse ¿para qué sirve la patria?, ¿por qué Bolívar y sus compañeros de armas sacrificaron tantas cosas? ¿por qué Miranda fletaba barcos e invadía casi obsesivamente su patria, que es la nuestra, para darle la independencia? Creo que Miranda, Bolivar, Sucre y tantos otros lo tenían claro. Creo que lo que ellos querían era papel tualé, aun antes de éste haberse inventado. Querían patria porque querían “la mayor suma de felicidad” para los pueblos y en un determinado contexto, da mayor felicidad el papel higiénico que el papel periódico. Si Fernando VII hubiese garantizado un trato igualitario a las colonias, si no hubiese frenado su progreso material, si las condiciones de vida hubiesen sido las adecuadas y el desarrollo local no hubiese sido obstaculizado con absurdas exigencias impositivas, si la dominación peninsular no hubiese atentado en contra del progreso de los criollos, explotándolos, casi con seguridad, nadie habría luchado por la independencia. Queremos patria para vivir mejor. Si patria no significa electricidad, calles sin huecos, hospitales, cemento, harina, seguridad, colegios y papel tualé, entonces hay alguien que nos está metiendo gato por liebre. Quien se escude detrás de la patria para justificar su ineficiencia nos engaña malamente, porque cree que conducir a un país es solo dominar. Cree que el poder es un ejercicio puramente verbal y que gobernar una forma de tapar la realidad con mentiras.
En algunos mercados se consigue papel higiénico “made in USA”, salvo que en esto vaya implícito un acto de sutil desprecio por el imperio, que nuestras fábricas quiebren para que desde otros lados nos vengan los productos, ofende e irrespeta la gesta de Carabobo. En definitiva, no le quepa la menor duda, pulquérrimo lector, si no hay papel tualé es porque tampoco hay patria.
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