Por: VenEconomía
Si en algo fue exitoso Hugo Chávez, fue en su capacidad de "vender" su revolución en América Latina, el Caribe y una mayoría de países de Europa, Asia y África. Muchos de sus éxitos propagandísticos se debieron a su discurso grandilocuente de paz e igualdad social, y también al reparto de petróleo y petrodólares que manejó a discreción y con la anuencia de sus obsecuentes poderes públicos.
También tuvo éxito el difunto Chávez en imponer la percepción de que la oposición democrática venezolana era excluyente, golpista y que actuaba fuera de la Constitución, especialmente después de manipular y transfigurar a su favor los hechos del 11de abril de 2002.
Desmontar esta tramoya propagandística no ha sido fácil para el variopinto sector opositor venezolano, que por años careció de cabezas visibles en su liderazgo y de mensajes creíbles en su visión de país. También dificultó esta tarea el hecho de que Chávez mantuvo frente a la opinión pública una careta de democracia; a punta de elecciones mantuvo la percepción de participación del pueblo; mientras que la hegemonía y el totalitarismo lo ejercía a punta de leyes hechas a la medida para el avance de su proyecto político.
Sin embargo, las cosas han comenzado a cambiar, por lo menos en la percepción de la comunidad internacional, tras la muerte de Chávez, el fortalecimiento del liderazgo de Henrique Capriles, la cohesión del mensaje de los partidos políticos de la mesa de la Unidad y la participación masiva de la población democrática en las elecciones del 14 de abril.
Este cambio se refleja en los informes de los observadores electorales de la Misión Europea, en las declaraciones de muchos dirigentes de la región y de Europa e, incluso, en la posición menos blandengue de la OEA ante el gobierno de Nicolás Maduro.
En este cambio ha repercutido de manera importante la cruzada por el mundo de parlamentarios demócratas como María Corina Machado y Miguel Ángel Rodríguez, o de dirigentes como Antonio Ledezma, Ramón Guillermo Aveledo y Diego Arria, o defensores de los derechos humanos como Alfredo Romero y las ONG Foro Penal, Control Ciudadano y Provea, entre otros, explicando la situación de vulnerabilidad de los derechos humanos, civiles y políticos en Venezuela. Han visitado parlamentos, universidades, gremios empresariales y sindicales, organizaciones políticas y cuanto foro permita su intervención. Incluso al Papa Francisco llegaron los clamores a favor de los presos políticos de manos de los diputados Oscar Rondero, Rodolfo Rodríguez y Édgar Zambrano.
Es en el marco de esta cruzada que las giras de Henrique Capriles cobran su verdadera dimensión, por su esfuerzo para asegurar que la comunidad internacional no se olvide de la ilegitimidad de origen del gobierno de Nicolás Maduro, así como en documentar las violaciones que se cometen contra los derechos de los venezolanos de elegir libremente, la persecución política y explicar cómo los demócratas luchan por la vía constitucional para impedir que se termine de instaurar el totalitarismo castrocomunista en Venezuela.
No es tarea fácil, ni es un frente que se puede ignorar. La lucha para recuperar el país se hace dentro del país, afuera de él y en todos los rincones del mundo.
Contra viento y marea, Capriles ya logró ser escuchado en Colombia, Chile y Perú…, por los momentos.
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