Una cosa que ha pasado casi por debajo de la mesa ha sido la "denuncia" de José Vicente Rangel acerca de la supuesta compra por parte de la oposición venezolana de 18 aviones de combate para atacar al gobierno. Percibiendo lo risible de su denuncia, comenzó a recoger velas y primero redujo a 15 el número de aviones y después nos hizo una rebajita hasta 5
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Una cosa que ha pasado casi por debajo de la mesa ha sido la "denuncia" de José Vicente Rangel acerca de la supuesta compra por parte de la oposición venezolana de 18 aviones de combate para atacar al gobierno.
O la truculencia grotesca, el absurdo idiota de tal especie hizo que nadie le parara bola a esa ridiculez, o ya a Rangel se le toma por un viejito que desvaría y que no puede ser tomado en serio.
Rangel mismo, probablemente percibiendo lo risible de su denuncia, comenzó a recoger velas y primero redujo a 15 el número de aviones adquiridos y después nos hizo una rebajita hasta 5.
No sé si Rangel conoce el costo de los cazas a reacción, pero si hubiera pensado en eso de una vez habría podido descartar esa especie, que seguramente le vendió Salazar el espía.
A este escribidor, que conoce al interfecto y sabe de su pasión por la figuración, se le ocurre que el sujeto, devaluado como está ante el propio chavo-madurismo, apeló a tamaña truculencia en un intento de recuperar unos centímetros de prensa o algunos segundos de televisión que le restituyeran un poco de atención de los nuevos jefes del gobierno.
El político Rangel perdió de vista varias cosas. Una, que la oposición no está en plan bélico sino que mantiene y desarrolla una línea democrática de lucha (que le ha rendido mucho, dicho sea de paso).
Otra, que a estos partidos paupérrimos que integran la MUD no les alcanza la plata ni para comprar un papagayo, contimás unos aviones y ni siquiera unas avionetas.
No nos sorprenda que Rangel nos salga con la noticia de que la oposición adquirió también unos tanques para combinar el ataque aéreo con el terrestre. El ocio produce desvaríos de la razón.
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