Por: VenEconomía
Este jueves 15 Nicolás Maduro, el ungido del difunto Hugo Chávez, ante la debacle económica y social en la que la revolución castrocomunista ha sumido a Venezuela y en vista de la cercanía de las elecciones municipales, anuncia que comenzará una reestructuración completa de las formas de organización del gobierno nacional. Esta es la enésima, centésima o milésima vez en estos casi 15 años (y es que ya se perdió la cuenta) que se ha reestructurado el gobierno central.
El argumento es que combatirá supuestamente la “ineficiencia” y la “corrupción” heredada del “estado burgués”.
Para comenzar, surge una interrogante ¿a qué “estado burgués” se refiere Maduro? ¿Olvida que él heredó el enjambre corrupto e ineficiente que construyó Chávez en los últimos 14 años o sea, el tiempo de duración de tres períodos de gobierno de la segunda mitad del siglo XX?
Pero lo que no olvidó al parecer Maduro es la táctica de su predecesor de reestructurar cuanto se le ocurría cada vez que se veía con el agua al cuello, con esos “cambios” lo que buscan es generar esperanzas en la población de ver una mejoría la situación. ¿Será que ignora Maduro que ninguna de esas reestructuraciones ha traído beneficio alguno al país sino todo lo contrario, o es que el objetivo real no es beneficiar a la población?
Cabe recordar que en esto de reestructurar Chávez fue un especialista. En 1999, en la cúspide de su liderazgo, vociferando que heredaba un aparato ministerial abultado y para mostrar que venia con la firme voluntad de ser riguroso con los recursos del Estado, eliminó dos ministerios de los 16 que existían al finalizar el segundo mandato de Rafael Caldera. Sin embargo, esa austeridad le duró poco, y en los años sucesivos fue creando nuevos ministerios con una y otra excusa. Para 2007 se habían elevado a 27 y para 2013 con 32 ministerios a cuestas se duplican la cartera de 1999.
Lo cierto es que a pesar de todo este ingente tren ejecutivo y lo que tanta burocracia representa en el gasto fiscal hoy, como nunca antes, está más que cuestionada la eficiencia y eficacia del gobierno en áreas básicas como salud, educación, seguridad, vivienda, infraestructura, alimentación, productividad agroindustrial, industrias básica, e incluso la estatal petrolera, PDVSA.
Todo está en caos, algunos sectores han sido declarados en emergencia nacional, entre ellos: Salud, electricidad, infraestructura vial y seguridad. Y para colmo, tal como informó el viceministro Jorge Arreaza, la corrupción es también considerada una “emergencia nacional”. Según Arreaza, “es el Estado, tal como está concebido, su estructura, que a veces es la herencia del estado burgués (…) diseñado para facilitar los procesos de corrupción”.
Palabras más, palabras menos, que hacen recordar las de Hugo Chávez cuando decretó la reestructuración de varios ministerios en 2007, al inicio de su tercer ciclo histórico del Proceso Revolucionario: “Estas modificaciones estructurales estaban destinadas a acelerar las dinámicas que rigen la administración del Estado para hacerlo más eficaz en su labor de construcción del bienestar e interés colectivo, acentuando el elemento ético como valor de máxima consideración en el manejo de la cosa pública”.
Pero la cosa pública no parece que mejoró desde 2007, y más grave aún para 2013 va de mal en peor.
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