Por: Laureano Márquez/TalCual
Los venezolanos de este tiempo requerimos aumentar la autoestima. Los habitantes de esta aventura que otro Simón propició necesitamos con urgencia reconciliarnos con las cosas buenas que han pasado en nuestra historia, para sentir que valemos la pena, que tenemos sentido, que somos mucho más que descalificación y agresión de nosotros mismos, que hay puntos de encuentro en una venezolanidad que puede unirnos mas allá de las diferencias reales o supuestas.
Necesitamos recordar, recordarnos en lo que fuimos más allá de la coyuntura actual. No olvidar que en esta tierra se han escrito obras literarias que han trascendido nuestras fronteras; que tenemos poetas magníficos, premios Príncipe de Asturias; pintores maravillosos, reconocidos mundialmente; que nuestros profesionales y técnicos hicieron alguna vez el Guri, el teleférico más largo y alto del mundo, autopistas y puentes que salían en las portadas de revistas extranjeras como emblema de avance y modernidad; que el bisturí de diamante es invento de un compatriota, que Jacinto Convit sigue trabajando y también Cruz Diez, cuyos noventa se aproximan; que tenemos una Universidad Central de Venezuela, que es patrimonio de la Humanidad, aunque no lo sea de nosotros; que jóvenes físicos venezolanos están trabajando en el proyecto de la partícula de Dios en Europa, pero que se vendrían gustosos a Venezuela a ganar en bolívares y a dar su aporte aquí si se le solicitara; que tenemos músicos de primerísima categoría, reconocidos mundialmente como el gran Dudamel, que acaba de ser ovacionado en Salzburgo, (en la ciudad natal de Mozart, algo deben saber de música clásica) y en el terreno de la música popular a un hombre sencillo, cuyos temas también hacen que los venezolanos seamos reconocidos en el mundo por algo más que petróleo, nuestro querido Simón Díaz, que ha cabalgado el planeta con su caballo viejo.
Simón cumple 85 años en medio del afecto de su pueblo, más allá de todas las divisiones que la intolerancia impone. Es uno de esos raros consensos que los venezolanos tenemos en estos tiempos. Para decirlo llaneramente, Simón es como el mastranto que perfuma nuestra historia, es de las cosas bonitas que nos han pasado en el devenir del tiempo y cuya sola existencia nos hace mejores. Pero más allá de su talento y su música, Simón representa una manera de ser venezolano, de surgir y salir adelante a punta de trabajo honesto y sostenido, es expresión de nuestra gracia para las cosas, esa gracia salvadora que atenúa pobrezas y dolores viejos para ayudarnos a sobrellevar las durezas de la vida. Simón suena a Venezuela y también a independencia. Simón nos hace sentir orgullosos de ser venezolanos.
Simón, dolorosamente, padece un mal que desdibuja su memoria y sus recuerdos, pero la providencia ha querido recompensar esta pequeña deficiencia haciéndole perdurar en el recuerdo y el cariño de su pueblo, en la memoria de todos, la verdadera y única memoria.
Feliz cumpleaños, Tío Simón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario