Por: VenEconomía
El trío Castro-Chávez-Maduro se encargó de desmentir el verso aquel de Gardel que decía “Veinte años no es nada”, pues a la “revolución” castro comunista le bastaron 15 para devastar toda la red hospitalaria del país.
Hasta los que gozan de buena salud están ahora informados del desastre, de este profundo drama que sufren los usuarios del “servicio” de salud público, gracias a los reportes de la prensa nacional de las últimas semanas. Ni hospitales, ni ambulatorios, ni los módulos de Barrio Adentro, misión bandera para la captación de votos, dan respuesta a los reclamos ni satisfacen las necesidades de los venezolanos.
El Nacional, por ejemplo, reportó este martes que médicos y residentes declararon el “cierre técnico” del complejo hospitalario José Ignacio Baldó (El Algodonal), integrado por un centro pediátrico, una maternidad y un sanatorio. Este complejo de referencia nacional en enfermedades respiratorias está colapsado por falta de insumos así como por el cierre de los servicios de Terapia Intensiva, Cirugía General y de Tórax, Cardiología y Tomografía, y las severas fallas que presentan los equipos de anestesia y las ambulancias, muchas de las cuales no funcionan por falta de repuestos.
Pero, no crea estimado lector que sólo se trata de este complejo, los mismos o similares males afectan a hospitales públicos de Caracas y del interior del país.
El legendario Hospital Vargas, el primer hospital de Venezuela construido a finales del siglo XIX, está hoy desabastecido de todo: Medicamentos, equipos, insumos como inyectadoras, guantes, sábanas, papelería y lápices con qué escribir. Incluso ya se siente la carencia de médicos especialistas y de anestesiólogos. Las intervenciones quirúrgicas se redujeron de 1.200 al año en 2007, a apenas 300 en la actualidad. Lo que sí sobra en el Vargas, a decir de médicos, enfermeras, trabajadores y pacientes, es basura, inseguridad y conflictos laborales. Estos últimos entre otras razones, por falta de pago de los cestatickets a unos 4.000 trabajadores, ya que los bonos de alimentación fueron robados hace una semana y ningún organismo se ha hecho responsable por su reposición.
Un panorama similar se vive en el Hospital Periférico de Coche y en el Universitario donde están fallos de insumos y equipos, así como en el de Los Magallanes de Catia, que funciona a medias, sólo atendiendo las emergencias.
En Los Teques, estado Miranda, en el Hospital Victorino Santaella las salas de nebulización, vitales en una zona de alta afectación de dolencias respiratorias, están colapsadas. Las obras de reparación del Hospital Jesús de Nazareth en Valencia están paralizadas desde hace un año. Y el Hospital Luis Razetti, de Barcelona, celebra sus 50 años de fundado sin camas suficientes para atender la demanda y con las áreas para enfermos renales y oncológicos colapsadas.
Hace unos tres años el difunto Hugo Chávez decretó emergencia hospitalaria, pero pareciera que los recursos se los tragó la corrupción, o fueron a parar en otros menesteres, pues los hospitales no muestran los efectos de una eficaz inversión.
Ahora Maduro parece que quiere que las clínicas privadas paguen los platos rotos de esta ineficiencia e ineptitud comprobada en la administración pública hospitalaria..
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