Por: VenEconomía
En estos años de revolución, no solo se ha deteriorado la economía, la calidad de vida y las libertades ciudadanas del venezolano, sino que también los valores del ciudadano, lo que ha traído como consecuencia la degradación de la tolerancia y el respeto entre los ciudadanos, incluyendo el respeto a la vida.
Esta degradación ya no se circunscribe sólo a la acción de la delincuencia (bien sea la organizada o el hampa común), que hace que Venezuela tenga el indignante récord de encabezar los listados de los países más violentos con uno de los mayores índices de homicidios del mundo. Para este 2013 el promedio diario de homicidios ronda los 71 casos, estimándose que el año termine con unos 25.000 homicidios, según el director del Observatorio Venezolano de la Violencia, sociólogo Roberto Briceño León.
La violencia homicida incluso penetró al sector sindical, donde los enfrentamientos entre diversos bandos ha cobrado la vida de decenas de trabajadores. Esto sin contar con la extrema violencia que diariamente se registra en las cárceles del país, donde las armas de alto calibre entran a los recintos penitenciarios con la complicidad o permisividad de las autoridades y los cuerpos de seguridad.
El drama nacional es que esta situación viene siendo asimilada por la población y las autoridades como algo dentro de la cotidianidad.
Mayor drama aún es que esta violenta irracionalidad pareciera que está pasando a otro nuevo nivel, esta vez provocada por la mezcla de crisis alimentaria y complacencia de una justicia donde impera la ley de la selva.
Por ejemplo, la prensa nacional viene reportando casos de enfrentamientos entre consumidores por un paquete de harina de maíz, un frasco de aceite, una lata de leche, o rollos de papel higiénico. El colmo de ello llegó este fin de semana cuando la agresión entre dos hermanas provocó que una de ellas que estaba embarazada perdiera su bebe de seis meses de gestación por los golpes recibidos.
Otro dramático caso de esta insólita Venezuela, fue el que protagonizaron 300 violentos motorizados durante el saqueo de una gandola que traía de Colombia 23 toneladas de carne, luego de que ésta chocara y quedara atascada en la estructura metálica colocada para proteger el puente ubicado en la Autopista Francisco Fajardo, en Caracas.
Si bien tampoco es nuevo que gandolas y camiones cargados de alimentos o bienes sean asaltados y saqueados por pobladas en minutos cuando se llegan a accidentar a cualquier hora del día o la noche, sí causó estupor a policías, guardias nacionales y a transeúntes ver cómo un grupo de estos motorizados asaltaban como una jauría a esa gandola para llevarse la carga de carne, mientras que con el peso de sus cuerpos terminaron por aplastar al conductor herido, hasta acabar con su vida. ¡Esto no tiene otro nombre que barbarie!
¿Será que éste es el “hombre nuevo” que quiere crear el chavismo, con su revolución? Sin valores, educación y mendigando todo lo que necesita a un gobierno omnipotente.
La voz de la sensatez obliga a hacer un llamado para retornar a la civilidad, de lo contrario el país y sus habitantes se hundirán en una desbandada sin posibilidad de contención.
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