Por: VenEconomía
Es verdaderamente lamentable que Venezuela esté siendo percibida, cada vez más, como un país donde el extranjero lo piensa dos, tres y más veces para escogerlo como destino turístico.
Recientemente el Foro Económico Mundial publicó su informe 2013 sobre la Competitividad en Viajes y Turismo, en el cual se revela que Venezuela ocupa el puesto 113, de los 140 países evaluados, detrás de Bolivia (110).
Con esto se evidencia que quienes han gobernado al país por más de 20 años han desaprovechado al turismo como un eventual potencial para ser pulmón económico, y durante los cuales se han registrado retrocesos en el marco regulatorio, en el entorno de negocios, en la infraestructura y donde escasean los recursos.
Otro factor que influye determinantemente en que no cristalice la percepción de una Venezuela “chévere” (como quiere hacer ver el nuevo slogan que busca posicionar al país como destino preferente para el turismo) es el alto índice de inseguridad que reina en todo el territorio nacional.
La inseguridad acosa no solo a los venezolanos sino también a los turistas. Éstos son, por ejemplo, objetivos preferidos de las bandas que hacen vida en Maiquetía, una de las principales puertas de entrada al país, de las que no se salvan ni los invitados internacionales del gobierno, como fue el caso del poeta español Juan Luis Gavala (quien visitó el país invitado por los organizadores del II Festival de Poesía realizado en Maracaibo), quien fue despojado de su pasaporte y su dinero. Incluso, la delincuencia hace vida impune en las islas de Margarita y Los Roques, lugares preferenciales del turista extranjero por la belleza de sus playas y paisajes, y donde ya se cuentan varios de ellos como víctimas fatales de la inseguridad.
A estos males se le agrega ahora la sequía de divisas, que ha mermado en el último año más de 50% la capacidad turística de la Isla de Margarita al disminuir su atractivo como zona libre, afectando a todo el sector comercio y de los servicios que operan en la zona.
Si todo esto no fuera suficiente para afectar el flujo de turistas, ahora la percepción de Venezuela como un destino no deseado se está viendo potenciada por la excesiva politización de los últimos tres lustros, el afán de endiosar al líder máximo de la “revolución castrocomunista” y con ello la persistente campaña ideologizadora para vender a juro un proyecto que no termina de cuajar en el colectivo nacional.
Una evidencia de ello se plasma en la crónica de la poeta alemana Xochil Schütz, quien visitó a Venezuela invitada también por el gobierno (esta vez al décimo Festival Mundial de Poesía realizado en Caracas), quien relata sus “impresiones del país que se autodenomina Socialismo del Siglo XXI”.Schütz afirma que “de regreso en casa sigo preguntándome si verdaderamente acabo de visitar una dictadura. La omnipresente propaganda en Caracas me molestó inmensamente. Así como el hecho de que la política dominó de forma casi absoluta al festival, intentando vender propaganda como arte y así degradar al arte al nivel de propaganda”.
De allí que no hay que dudar que el rescate de Venezuela de la garra de los Castro-Maduro, pasa también por luchar para que no se olvide que Venezuela es “Un País para querer”, como bien afirmaba aquella campaña que impuso Diego Arria desde la hoy extinta Corporación de Turismo.
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