Ayer en las vías que rodean a Caracas se vivieron guarimbas buenas, las organizadas por el PSUV para impedir que los trabajadores de Miranda protestaran sus reales, como convocó Henrique Capriles, fastidiándole el día y los horarios a todos quienes transitaran por tales entradas a la capital
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Ayer fue el día de las guarimbas buenas y supremamente felices. Ya sabemos que el PSUV y su gobierno son capaces de imprimir una buena dosis de maniqueísmo a cualquier evento.
Así, tenemos golpes buenos (el 4F) y golpes malos (el 11A); tenemos negros buenos (como Mugabe a pesar de ser bien malote) y negros malos como Obama.
Ayer en las vías que rodean a Caracas se vivieron guarimbas buenas, las organizadas por el PSUV para impedir que los trabajadores de Miranda protestaran sus reales, como convocó Henrique Capriles, fastidiándole el día y los horarios a todos quienes transitaran por tales entradas a la capital.
Es decir, para impedir una protesta en el campo incendiamos el pastizal. Pareciera que algunos estrategas rojitos ya no tienen qué inventar y toman ideas de frases de películas, como la segunda parte de Batman, el Caballero de la Noche, donde el personaje de Alfred recuerda cómo atraparon a un bandido: "quemamos todo el bosque". Claro, uno pudiera pensar que en el gobierno abundan locos y guasones, pero mira tú.
El que sí no puede negar su contradicción es el viceministro para la Suprema Felicidad del Pueblo, Rafael Ríos, quien se molestó porque el nombre de la instancia causó burlas, entre otras cosas.
"Lo que demuestran es estupidez", dijo. Muy malhumorado el señor, sus palabras hacen dudar de su idoneidad para el cargo.
Nadie lo ha visto ni siquiera sonreído, y eso que en su gobierno, como dijimos, abundan los guasones. Será que se inscribe entre los caretablas, que también abundan.
A él mismo como que le hace falta suprema felicidad. Será que nadie es profeta en su despacho.
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