Por: VenEconomía
El espejismo de bonanza y de éxito de la “revolución bonita” que creó Hugo Chávez, a fuerza de gastar lo que tenía y lo que no tenía del erario público, se evaporó. Fueron vapores de la fantasía de Chávez y sus huestes.
Ahora, a 13 meses de la asunción de Nicolás Maduro al poder, esos vapores se están convirtiendo en una incontenible crisis y problemas que está haciendo insostenible la existencia del sector productivo privado, y asfixiando la vida de todos los venezolano.
A las políticas confiscatorias, las leyes restrictivas y penales, los controles de precios y de la tasa de cambio o el no acceso a las divisas, ahora se suma que el gobierno no puede honrar la deuda Cadivi/Cencoex con el sector privado, de más de $15 millardos, sencillamente por cuanto no dispone de las divisas requeridas.
Tal vez alguno pueda argumentar, para justificar al gobierno de Maduro, que en la “cuarta” los gobiernos también se endeudaban. Por ejemplo, que Carlos Andrés Pérez recibió en 1989 una deuda análoga de $6,9 millardos, representada por “cartas de crédito” del Banco Central, deuda que no fue pagada ni puntualmente ni en su totalidad.
La diferencia de aquella situación con la actual, es que CAP reconoció, enfrentó y aunque con alguna demora, resolvió la crisis económica que heredó. En cambio, Maduro no reconoce ni enfrenta, ni quiere resolver, la crítica situación en la que se encuentra el sector privado y el país. Más bien pareciera que busca profundizar y generalizar la crisis. Hoy no existe empresa o sector vital que no esté afectado y de capa caída.
Por citar unos pocos:
El automotor, sufre demoras en la entrega de divisas por unos 250 días, acumulando una deuda de $5 millardos con ensambladoras y fabricantes e importadores de autopartes. La falta de divisas ocasiona escasez de kits para ensamblaje, de repuestos y de automóviles, según el BCV, la escasez en los concesionarios llegó en abril al 100%.
Las farmacéuticas, por su parte, reportan retrasos en la liquidación de las divisas, que impiden importar productos terminados y materia prima, y denuncian una deuda de las empresas del sector con sus proveedores en el exterior sobre los $3 millardos. Según el propio BCV para abril la escasez de fármacos llegó a 50%.
Mientras que la Cámara Venezolana del Envase informa que la deuda del gobierno con el sector es de aproximadamente $230 millones. En consecuencia, el sector de empaques afirma que no están produciendo envases de vidrio y aluminio para alimentos.
Pero, el sector que rompe el celofán esta semana es el de las líneas aéreas.
Este sector está llegado al límite de su aguante ante el incumplimiento de las promesas del gobierno para solventar el pago de cerca de $4 millardos por boletos vendidos entre 2013 y 2014, “a una tasa de cambio justa”.
En marzo de este año, el gobierno ofreció a la mesa de diálogo varios métodos de pago (combustible, bonos de la República, efectivo, y por partes), además ofreció un primer pago de $1,1 millardos, y reconocimiento de la deuda a la tasa a la que fue adquirida (entre Bs.4,30:$ y Bs.6,30:$). Luego, indicó que la deuda sería reconocida a tasa SICAD I (un promedio de Bs.10:$), lo que acarrearía pérdidas importantes a las empresas. Pero, el gobierno no ha cumplido ni con uno ni con lo otro.
Las líneas aéreas han hecho todo tipo de equilibrismo dando tiempo a que el gobierno cumpla su palabra, incluyendo sustituyendo aviones grandes por otros más pequeños, reduciendo número de asientos y las frecuencias de viaje. Para algunas líneas ya las cosas llegaron al límite, entre ellas Air Canadá, que dejó de operar en Venezuela aduciendo la alta inseguridad, y Alitalia, que no operará más en el país a partir de junio por la incapacidad del gobierno de honrar su deuda. Si el gobierno no actúa, otras líneas seguirían este camino, dejándole al venezolano las opciones de viajar en lancha o caminando hacia los países vecinos.
Mientras, el gobierno insiste en el éxito del Plan de la Patria.
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