El semanario británico The Economist describe al país como si se tratara de un borracho a punto de ser atropellado por un carro: "Stumbling towards chaos", dando traspiés hacia el caos
Versión de Mario Szichman (Nueva York)
El titular de The Economist describe a Venezuela como si se tratara de un borrachito a punto de ser atropellado por un carro: "Stumbling towards chaos", dando traspiés hacia el caos. En cuanto al resumen de lo que está ocurriendo en el país, más que un análisis recuerda un obituario.
Entre otros aspectos, el semanario británico señala que disminuyen en Venezuela posibilidades de una solución negociada a la crisis. "La sombría evaluación de cuatro meses de protestas en Venezuela” indica que se han registrado “44 muertos, unos 3.000 detenidos, y denuncias de que presos fueron torturados". "Se achica la capacidad de maniobra de dirigentes de la oposición moderada".
El semanario dijo que las conversaciones entre el gobierno y la MUD no consiguieron la liberación de un solo preso político. Por el contrario, "cada vez más (personas) están siendo encarceladas de manera cotidiana".
Además, "bandas armadas progubernamentales continúan hostigando a los manifestantes, tal como lo hacen las fuerzas de seguridad". El acto de protestar en Venezuela “se ha convertido en un delito”, y la amenaza de cárcel “como participante en un golpe, pende de cada dirigente opositor”.
Mientras la oposición “moderada” del Movimiento de Unidad Democrática decidió suspender las negociaciones con el gobierno del presidente Nicolás Maduro ante la falta de avances, dijo la revista, el ministro del Interior general Miguel Rodríguez Torres, consideró el diálogo una simple fachada para encubrir “un intento de golpe en cámara lenta”.
Según Rodríguez Torres, la oposición tiene dos caras. "Un grupo interpreta el rol violento, y el otro, el moderado. Si uno (de esos grupos) empieza a ganar el juego, dijo el funcionario, “el otro se le une".
The Economist indicó que existe “una genuina división” en las filas opositoras, y que los epítetos más suaves de los sectores radicales contra los "moderados" de la MUD son los de “colaboradores” y “traidores”.
Tal vez la gran divisoria de aguas entre los opositores al chavismo se inicio con el comentario de la diplomática estadounidense Roberta Jacobson, quien dijo en una audiencia del Senado norteamericano que algunos representantes de la MUD pidieron al gobierno de Barack Obama “abstenerse de sancionar a figuras del gobierno mientras duraran las conversaciones” con el gobierno.
Según la revista, el secretario general de la MUD Ramón Guillermo Aveledo se vio “obligado a ofrecer negativas que lo pusieron a la defensiva”. (Posteriormente, Jacobson se disculpó por sus palabras).
The Economist dijo que si la próxima visita a Venezuela de la “troika” de Unasur representada por los cancilleres de Brasil, Colombia y Ecuador, no logra resultados positivos, “es posible otro descenso en la espiral de violencia”.
Según la revista, a la crisis política se suma una economía “en rápido deterioro”. La empresa petrolera estatal PDVSA “debe al Banco Central de Venezuela 75.000 millones de dólares”.
La industria de la construcción está paralizada, y la venta de vehículos cayó en un 90 por ciento en un año. La única esperanza del gobierno venezolano es un nuevo endeudamiento de PDVSA. “Eso atenuará la escasez de dólares", dijo la revista, "y podrá comprar para el señor Maduro algo de tiempo. Pero nada más que eso”.
Cort. TalCualDigital
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