Sectores de oposición que apostaron a la salida como una opción frente al régimen de Maduro, ahora plantean la renuncia o la convocatoria a una Asamblea Nacional Costituyente como un paso fundamental para la liberación nacional
JOSÉ RAFAEL LÓPEZ/TALCUALDIGITAL
Los sectores de la oposición que apostaron a la "salida" como una opción frente al régimen de Maduro, ahora han planteado la renuncia y/o la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) como pasos fundamentales para la liberación nacional.
A pesar de que los proponentes de la renuncia y/o ANC caracterizan al régimen de dictatorial, inexplicablemente le piden a Maduro su renuncia, como si en las dictaduras civiles o militares la renuncia fuese una opción política viable.
Es obvio que nadie duda de las debilidades del régimen, de la gravedad de la crisis, de la corrupción gubernamental, basta con leer el testimonio de Giordani para darse cuenta de la podredumbre del gobierno, pero pensar que el monárquico Maduro tiene el talante democrático de renunciar ante la solicitud de un grupo de ciudadanos es una insensatez, una simple fantasía, un engaño. Al igual como lo fue la estrategia equivocada impulsada por ellos mismos de que una vanguardia estudiantil protestando en la calle sería suficiente para derrotar al régimen.
En cuanto a la convocatoria de una ANC, mecanismo contemplado en la Carta Magna y cuya misión sería redactar una nueva Constitución, hay que entender que los problemas que afectan a los venezolanos no se originan, ni se derivan de las deficiencias de la Constitución vigente, sino que son el resultado de un modelo económico fracasado (Estadolatría capitalista), una manera de gobernar (autoritarismo militarista) y de la pérdida de la institucionalidad (confiscación de los poderes) impuestos por la casta cívico-militar que desgobierna al país desde 1998.
La superación de estos males no radica en la reformulación jurídica de la Carta Magna, cosa a lograrse con una ANC, sino en una laboriosa acumulación de fuerzas sociales que permita destronar al fachochavismo monárquico de la Asamblea Nacional (2015) y posteriormente lograr una victoria en las presidenciales del 2019.
Triunfos electorales que permitirían la reinstitucionalización del Estado (separación real de los poderes), la atención inmediata de los más graves problemas existentes (inseguridad ciudadana, desabastecimiento, inflación, desempleo), cese de la militarización y represión institucional, y la suspensión definitiva del terrorismo de Estado.
La disidencia política, tanto la vinculada a la MUD como aquella que no lo está, continúa sin proponer alternativas "terrenales" que permitan capitalizar el descontento popular.
La MUD sigue empecinada en ver al régimen como quisiera que fuese y no como realmente es y apuesta a la implosión fortuita del chavismo. Los sectores distanciados de la MUD continúan jugando -a un alto costo- a "salidas inmediatistas" como la renuncia y/o la ANC, opciones que paradójicamente representan callejones sin salida.
Hay que preservar el capital político acumulado por la oposición al margen de las falsas urgencias coyunturales que plantean algunos, así como de las épicas personalistas de otros.
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