JOHANNESBURGO (AFP) - La película 'Invictus', estrenada recientemente, mostraba la importancia que dio el líder negro Nelson Mandela al rugby para acabar con las desconfianzas raciales en Sudáfrica, pero el estadista también vio en el fútbol un instrumento de armonía en el país.
Mandela, cuyo estado de salud es delicado, lo que le impide hacer muchos desplazamientos, cumplirá 92 años una semana después de terminado el Mundial, pero sigue toda la actualidad relativa al evento. "Ojalá que las recompensas que traerá consigo este Mundial demuestren que la larga espera hasta su llegada a tierras africanas ha merecido la pena", dijo el pasado 4 de diciembre en el sorteo del torneo.
Mandela, que fue boxeador en su juventud, se servía de los partidos de fútbol, el deporte favorito de los negros, en Soweto, para movilizarlos contra el gobierno del Apartheid.
Soccer City, el estadio de Johannesburgo que albergará la final del Mundial, fue donde habló Nelson Mandela a 100.000 personas tras su liberación en 1990.
Durante sus 18 años de cautiverio en la prisión de Robben Island, cerca de Ciudad del Cabo, el fútbol fue un escape para los reclusos negros, desafiando con sus campeonatos al rugby de los blancos. Se creó una liga y una federación, la Makana Football Association, a la que la FIFA otorgó años después el título de miembro honorífico.
Mandela no podía jugar aquella liga de fútbol que crearon sus compañeros como oposición al poder blanco en la prisión, ni podía hablar con los otros reclusos. Desde su reducida celda, trató de seguir los partidos, pero los guardianes instalaron una tapia para impedírselo.
Si Mandela aparece en 1995 entregando el trofeo de campeón del mundo de rugby al blanco François Pienaar, en un símbolo de acercamiento racial, que ha sido llevado al cine, un año más tarde hizo lo propio dando la copa de ganador de la Copa de África de fútbol a los 'Bafana Bafana', en el mismo escenario, el estadio de Ellis Park.
El 15 de mayo de 2004, Mandela encabezó la delegación sudafricana que se desplazó a Zúrich (Suiza), cuando se votó la sede del Mundial-2010 y que dio al país el derecho a organizar el evento.
"Me siento como un joven de 15 años", dijo en Zúrich Mandela, que tenía 85 en ese momento, tras la designación de su país. "Cuando estábamos en Robben Island, el único acceso al Mundial era la radio. El fútbol era la única alegría de los prisioneros", explicó.
Hace tres años, en 2007, con motivo de su 89º cumpleaños, una serie de estrellas del fútbol mundial viajaron a Johannesburgo para rendir un homenaje al líder negro, con un partido llamado '90 minutos por Mandela'. Pelé, Ruud Gullit, George Weah, Samuel Eto'o y Fernando Redondo formaron parte de la constelación de estrellas del fútbol que participaron en el partido de gala en honor de Mandela, entre una selección africana y otra 'Resto del Mundo' en Ciudad del Cabo.
"Siempre soñé con ver a Nelson Mandela. Diré al mundo que estuve allí. Estoy muy orgulloso de tomar parte en esta cita histórica", declaró Eto'o. Pelé tampoco pudo ocultar su emoción. "He encontrado a muchas grandes personalidades en mi vida pero Nelson Mandela es una persona extraordinaria. Estoy emocionado y honrado. Soy un gran admirador de lo que hizo en su vida", señaló la leyenda brasileña.
El presidente sudafricano Jacob Zuma dijo en febrero que desea que el Mundial-2010 sea un éxito "en honor" de Nelson Mandela, liberado hace 20 años de las cárceles del apartheid. El héroe de la lucha anti-apartheid y primer presidente negro de Sudáfrica "desempeñó un papel central para ayudar al país a obtener los derechos para hacer este importante acontecimiento", declaró Zuma.
Mandela pidió recibir a la selección sudafricana de fútbol el pasado mes de junio de 2009 para desearles suerte antes de la semifinal de la Copa de las Confederaciones contra Brasil y los jugadores le regalaron una camiseta del equipo, con su nombre inscrito detrás.
El líder ha recibido muchas veces a los futbolistas sudafricanos. "No olvidaré nunca la primera vez que ví a Mandela en persona", afirmó recientemente Lucas Radebe, uno de los futbolistas sudafricanos más importantes de la década de los noventa. "Estábamos en un hotel de Johannesburgo en 1994 y me levanté a las 5 de la mañana para saludarlo. Entró en la habitación y me entraron escalofríos. Tenía la piel de gallina. Estaba tan nervioso que no sabía qué decir", señaló Radebe. "Tiene tal aura que estábamos obligados a hacer las cosas bien en su honor. Teníamos miedo de decepcionarlo. Nos visitaba a menudo cuando estábamos concentrados. Estábamos locos de contentos al saber que se interesaba por nosotros", indicó el ex futbolista.
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