Shanghai (China).- Los visitantes chinos de la Exposición Universal de Shanghai desafían a la gravedad estos días en las hamacas y chinchorros del pabellón de Venezuela, con más de un susto al subir o bajar de ellas.
El pabellón, en forma de "ocho" por las estrellas de la bandera de su país y por el número de la suerte chino, cuenta con una plaza interior en la que los visitantes pueden parar un rato a descansar en ocho auténticas hamacas venezolanas.
Sin embargo, la operación no es sencilla para la mayoría de los curiosos chinos, poco habituados a este artilugio, para los que la dificultad de trepar dentro sólo es comparable a la de salir de él.
"Quería subirme, pero (la hamaca) estaba rota, yo no lo sabía y me hecho una herida", explicó a Efe Tao Shanshan, una joven de 21 años, después de probar una campechana llanera (chinchorro hecho con una red de cuero) originaria de Barinas en perfecto estado, una verdadera trampa para los visitantes chinos.
A pesar de la hinchazón rojiza en su muñeca, Tao aseguró que "me ha gustado mucho, pero estaba rota", insistió, aunque en realidad lo que ocurrió fue que resbaló al tratar de sentarse y cayó hacia atrás al otro lado del chinchorro.
Los que logran descubrir el mecanismo de funcionamiento de las hamacas prefieren usarlas como columpio, algunos con gran ímpetu, por lo que en todas ellas cuelga un cartel en el que se pide a los visitantes que no se balanceen "vigorosamente", algo difícil de evitar.
Xu Shengyi, estudiante de 18 años, aseguró saber que las hamacas se usan para dormir, lo que no le impidió columpiarse junto a dos compañeras de clase mientras otra les grababa en vídeo con la cámara de fotos, ya que es impensable salir del pabellón sin retratarse en la hamaca, aunque sea bien agarrado a la tela y con cara de susto.
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