viernes, 27 de agosto de 2010

Joven de Hialeah se suicida tras matar a su ex novia y a su suegra

Por ENRIQUE FLOR Y MELISSA SANCHEZ/msanchez@elnuevoherald.com

Adalberto Torres, de 21 años, no era visto con buenos ojos por la familia de Lisset Pérez. El hombre le llevaba seis años y era muy celoso.
El jueves, un mes después de que la relación acabara, Torres asesinó a tiros a Pérez y a la madre de ésta en Hialeah, y una hora después se suicidó en Miami.

Torres y Pérez habían vivido juntos por dos años en el mismo apartamento con la madre, Vivian Albelo, y su familia.
"Mi tía aceptó esta situación para que Chai no se alejara de ella'', dijo Yunerkis Aguilera, una prima de Pérez. "Mi tía no quería que estuviera con él, pero terminó aceptando esta situación''.
La situación tuvo un final trágico cuando Torres llegó con un arma de fuego al estacionamiento del apartamento en 495 West 12 Street, justo cuando Pérez se disponía a esperar el autobús para la secundaria Westland Hialeah Senior.
Tras dejarlas muertas sobre el pavimento, Torres fue hasta un pequeño apartamento en Miami que acababa de alquilar y se suicidó de un disparo.
Fue el segundo crimen pasional en Hialeah este verano en que un hombre se suicida después de matar a su antigua pareja y a otras personas. En ambos casos, según el testimonio de parientes y amistades, los hombres abusaban físicamente de las víctimas.
"Fue de lo más horrible'', dijo Mark Overton, jefe del Departamento de Policía de Hialeah. "¿Cómo se puede entender algo así? Es una tragedia''.
Los cadáveres de Pérez y Albelo permanecieron en el estacionamiento bajo carpas azules por siete horas. El jueves por la tarde, familiares y amigos de la joven hablaron amargamente sobre su relación con Torres.
"Era muy celoso'', dijo Yaimarelys Roque, una vecina que había visto a Torres la noche anterior caminando por el estacionamiento. "Ni le gustaba cuando venía a mi casa a jugar con mi hijo''.

Pérez vivía con Albelo, de 39 años, y cuatro hermanos en el populoso complejo de apartamentos al pie de la Calle Okeechobee. Albelo vino a Miami desde La Habana en la década de 1980, dijeron parientes. Pérez nació en Estados Unidos.
Chai, como le decían a Pérez, fue descrita por Aguilera como "una persona muy suave, muy tierna, muy linda''.
"Era una niña, todavía estaba estudiando'', dijo.
Según sus parientes, había entrado al noveno grado este año. El jueves, el director de Westland Hialeah Senior, Guillermo Muñoz, tenía que contener sus lágrimas al comentar que era un día muy difícil. Los estudiantes dedicaron un minuto de silencio en señal de duelo.
"Ofrecemos nuestras condolencias a la familia'', dijo Muñoz.
Esta semana, Pérez, la menor de los cinco hijos de Albelo, celebró sus 15 años.
"Le regalé un cake e íbamos a ir a la playa el domingo'', dijo Roque.
Poco se sabe de Torres, un cubano que tiene familia en Miami. No tenía antecedentes delictivos.
Dos días antes del tiroteo, se había mudado a una pequeña habitación detrás de una casa en el 2721 SW 29 Court en Miami. La dueña comentó que había llegado a alquilar la habitación con su hermana y dijo que trabajaba en exportaciones y le gustaba andar en motocicleta.
"Dos noches durmió aquí'', dijo la dueña el jueves por la tarde, mientras echaba a la basura la cinta amarilla que había puesto la policía horas antes. "Uno no se imagina que puedan pasar estas cosas''.
La hermana de Torres no respondió el jueves las llamadas de El Nuevo Herald.
Napier Velázquez, vocero del Departamento de Policía de Miami, indicó que testigos en la escena del suicidio dijeron que Torres se quitó la vida porque Pérez lo había abandonado.
Carl Zogby, portavoz de la policía de Hialeah, dijo que no hay informes oficiales sobre episodios de violencia doméstica entre la pareja. Comentó que había alegaciones no confirmadas de que Torres le pegaba a Pérez.
El caso ha traído ecos de la masacre ocurrida el 6 de junio en el popular restaurante Yoyito Café. En esa ocasión, el cubano Gerardo Regalado también mató a tiros a su esposa, Liazán Molina, y a tres de sus compañeras de trabajo antes de suicidarse. Otras tres quedaron heridas. Es la mayor masacre en la historia de Hialeah.
"En ambos casos hubo pistas de que el hombre era abusivo, pero nunca se espera algo de este extremo'', dijo Zogby. "Y nosotros no podemos ver las señales anticipatorias si no se reportan. Las mujeres necesitan abrir sus ojos y ver las cosas tal y como son''.
A nivel estatal, el año pasado hubo 111 víctimas asesinadas por sus parejas, según el Departamento de Policía de la Florida. La cuarta parte de los casos ocurrió en el Condado de Miami-Dade.
La reportera de The Miami Herald Laura Isensee contribuyó

Cort. El Nuevo Herald

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