No había ningún desorden público ni indicios de que pudiera producirse. Sin embargo, ese minúsculo grupo fue dispersado por una lluvia de bombas lacrimógenas lanzada por la Guardia Nacional
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Un pequeño grupo de candidatos de la Unidad en Caracas quiso ayer acercarse a la Asamblea Nacional para hacer entrega de un documento. No se trataba de una marcha ni de una concentración. Era apenas una veintena de ciudadanos venezolanos que caminaba pacíficamente hacia el Capitolio.
No había ningún desorden público ni indicios de que pudiera producirse. Sin embargo, ese minúsculo grupo fue dispersado por una lluvia de bombas lacrimógenas lanzada por la Guardia Nacional. Alguien en aporrea.com comenta que los candidatos que caminaban tenían el propósito "vandálico" nada menos que de tomar la sede de la Asamblea y secuestrar a 600 niños.
Este tipo de cosas son las que convencen a este minicronista de que la gente del oficialismo se sabe perdida. Tienen "cara de cerco". Inventar y escribir una "noticia" como ésta habla de una mente perturbada por el desconcierto y por el temor a la derrota. El único "acto vandálico" que se produjo en las inmediaciones del Capitolio fue la actuación completamente injustificable de la Guardia Nacional.
Ahora, uno se pregunta si episodios como éste o el del domingo pasado en el simulacro de votación, cuando el CNE se cruzó de brazos ante los abusos cometidos en algunos centros por las pequeñas patotas del PSUV, son el anuncio de la tónica que el oficialismo piensa imprimir a su campaña.
¿Qué pretenden? ¿Intimidar? ¿Asustar a la gente? Pues váyanse bajando de esa nube porque esos atropellos en lugar de atemorizar, enardecen. Hace rato que este pueblo echó el miedo a la espalda y lo que se respira en la calle es la determinación de ir a votar el 26S; determinación que se refuerza con cada abuso, cada atropello, cada arbitrariedad, porque precisamente contra eso es que la gente quiere votar.
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