El miércoles 25 de agosto arrancó la campaña electoral para las parlamentarias del 26 de septiembre.
Antes que nada, hay que reconocer el gran esfuerzo que ha significado para la Mesa de la Unidad elaborar, y mantener, una propuesta unitaria para las 165 candidaturas al Parlamento. No fue nada fácil lograr un acuerdo sostenible en el tiempo entre una gama de egos e intereses personalistas, partidistas y de organizaciones civiles.
Pero, contra viento y marea se logró y se mantiene.
No obstante, para algunos analistas, la Campaña de la Unidad arrancó con mal pie. El 25 de agosto, Caracas y el interior del país amanecieron con una extraordinaria proliferación de pendones de todos los colores, de AD y Copei, de Primero Justicia y Únete, de Proyecto Venezuela, Podemos, y muchos otros.
Para algunos, quizás, ésta es una demostración de la diversidad democrática de la oposición. Pero, para otros, es una señal de desunión donde no se ve el mensaje de un movimiento unido. Por lo contrario, lo que se ve es a cada partido haciendo su promoción individual, cada uno por su lado.
Preocupa que el esfuerzo unitario de la MUD no se esté reflejando en la campaña electoral. Y preocupa más aún que la desunión percibida pueda alejar de las urnas a aquellos ciudadanos que todavía rechazan a los partidos. Peor peligro es que la percepción de desunión podría favorecer a los candidatos oficialistas.
El pecado original de la MUD fue el de no acordar una tarjeta de votación única, o un diseño de tarjeta donde se destaque un mensaje de la Unidad para la Democracia, con los símbolos de los partidos en segundo plano.
Este comentario no significa que se desconozca la importancia de los partidos democráticos, ni su derecho a ser entes independientes y a competir por espacios políticos. Lo que se busca es destacar la imperiosa necesidad de informar y convencer a los votantes que los venezolanos demócratas están unidos para defender la democracia en Venezuela, más que a un partido en particular, tal como ocurrió en 1958 con el Pacto de Punto Fijo para vencer otra dictadura.
Todavía hay tiempo para lograr una campaña publicitaria que destaque la mayor ventaja de la Oposición Democrática que es, precisamente, su unidad de propósito de defensa de la Democracia, ante una maquinaría publicitaria ventajista del Gobierno y su correspondiente tarjeta unitaria, que es la del PSUV.
Aparte de la importancia de la propaganda electoral, la clave de esta elección está en el hecho de que los votos que llegarán seguros a las urnas son los que se captarán cara a cara pateando barrios y pueblos del país.
Esto sí parece entenderlo la vasta mayoría de los 165 candidatos de la unidad.
Antes que nada, hay que reconocer el gran esfuerzo que ha significado para la Mesa de la Unidad elaborar, y mantener, una propuesta unitaria para las 165 candidaturas al Parlamento. No fue nada fácil lograr un acuerdo sostenible en el tiempo entre una gama de egos e intereses personalistas, partidistas y de organizaciones civiles.
Pero, contra viento y marea se logró y se mantiene.
No obstante, para algunos analistas, la Campaña de la Unidad arrancó con mal pie. El 25 de agosto, Caracas y el interior del país amanecieron con una extraordinaria proliferación de pendones de todos los colores, de AD y Copei, de Primero Justicia y Únete, de Proyecto Venezuela, Podemos, y muchos otros.
Para algunos, quizás, ésta es una demostración de la diversidad democrática de la oposición. Pero, para otros, es una señal de desunión donde no se ve el mensaje de un movimiento unido. Por lo contrario, lo que se ve es a cada partido haciendo su promoción individual, cada uno por su lado.
Preocupa que el esfuerzo unitario de la MUD no se esté reflejando en la campaña electoral. Y preocupa más aún que la desunión percibida pueda alejar de las urnas a aquellos ciudadanos que todavía rechazan a los partidos. Peor peligro es que la percepción de desunión podría favorecer a los candidatos oficialistas.
El pecado original de la MUD fue el de no acordar una tarjeta de votación única, o un diseño de tarjeta donde se destaque un mensaje de la Unidad para la Democracia, con los símbolos de los partidos en segundo plano.
Este comentario no significa que se desconozca la importancia de los partidos democráticos, ni su derecho a ser entes independientes y a competir por espacios políticos. Lo que se busca es destacar la imperiosa necesidad de informar y convencer a los votantes que los venezolanos demócratas están unidos para defender la democracia en Venezuela, más que a un partido en particular, tal como ocurrió en 1958 con el Pacto de Punto Fijo para vencer otra dictadura.
Todavía hay tiempo para lograr una campaña publicitaria que destaque la mayor ventaja de la Oposición Democrática que es, precisamente, su unidad de propósito de defensa de la Democracia, ante una maquinaría publicitaria ventajista del Gobierno y su correspondiente tarjeta unitaria, que es la del PSUV.
Aparte de la importancia de la propaganda electoral, la clave de esta elección está en el hecho de que los votos que llegarán seguros a las urnas son los que se captarán cara a cara pateando barrios y pueblos del país.
Esto sí parece entenderlo la vasta mayoría de los 165 candidatos de la unidad.
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