El presidente Hugo Chávez, en el poder desde 1999, apuesta por el triunfo de su partido, el PSUV, en las parlamentarias del 26 de septiembre para consolidar la ruta de su “revolución bolivariana” con miras a las presidenciales de 2012.
Chávez, de 56 años y cuya figura carismática volvió a centrar la campaña, no ha escatimado en repetir que las fuerzas “revolucionarias” deben triunfar, y “por paliza”, para así “mantener la hegemonía” que ostentan en la Asamblea Nacional desde 2005.
La atomizada oposición venezolana se retiró a última hora de las legislativas de aquel año, alegando presuntas irregularidades en el proceso, y sólo un puñado de diputados, ex aliados del “chavismo”, actúan ahora como opositores en el Parlamento unicameral.
Esta nueva campaña electoral, en un país donde se han celebrado al menos una decena de consultas en los últimos 11 años, se ha desarrollado en medio de la crispación y polarización políticas que marcan a Venezuela desde que Chávez asumió el poder.
Las únicas variantes son, en el orden político, que los partidos minoritarios Patria Para Todos (PPT) y Podemos, que llegaron a la Asamblea de la mano del “chavismo” pasaron a la oposición, mientras en lo económico y social, el país petrolero enfrenta una dura crisis y altos índices de violencia que afectan la imagen del Gobierno.
Los analistas coinciden en que las fuerzas oficialistas concentradas en el PSUV y en su aliado Partido Comunista de Venezuela (PCV) obtendrán la mayoría parlamentaria en los comicios, a los que han sido convocados unos 17,7 millones de electores.
La duda está en si alcanzarán los dos tercios de los 165 escaños exigidos por el “comandante presidente”, como llaman a Chávez sus correligionarios, unos dos tercios (110 diputados) necesarios para controlar la Cámara.
La firma encuestadora GIS XXI, dirigida por el ex ministro “chavista” Jesse Chacón, coloca como escenario “más probable” que el oficialismo obtenga un 52,2 por ciento de los votos, y que ello se traduzca, por el reparto de escaños, en 110 diputados.
Esos datos coinciden con un sondeo de la firma privada Datanálisis, que da al PSUV el 52 por ciento de las preferencias de los electores frente al 48 por ciento de la oposición.
No obstante, en opinión del director de Datanálisis, Luis Vicente León, “cualquier cosa puede pasar” porque los indecisos conforman cerca del 37 por ciento del electorado.
En los numerosos mítines del PSUV que ha encabezado en todo el país en las últimas semanas, Chávez ha sostenido la necesidad de “mantener la hegemonía para garantizar la continuidad de la gloriosa ‘revolución’ bolivariana”.
“Se trata de ganar y luego profundizar la revolución”, ha sido su lema a lo largo de la campaña oficialista, cuyos actos han sido transmitidos en directo por la televisión y radio estatales.
Si el PSUV no lograra mantener la necesaria mayoría parlamentaria el proceso de cambios “comenzaría a desmoronarse”, ha dicho el promotor del llamado “socialismo del siglo XXI”.
Es más, el presidente ha enfatizado que la “batalla electoral” legislativa es solo una antesala de las presidenciales de 2012, para las que ya se ha postulado como candidato a una tercera reelección consecutiva.
“El objetivo final es el 2012, donde vamos a ganar de nuevo la presidencia de la República Bolivariana de Venezuela”, declaró Chávez la semana pasada en un mitin del PSUV en el estado occidental de Zulia, uno de los pocos gobernados por la oposición.
Chávez fue elegido por primera vez en diciembre de 1998; ratificado en 2000, en el marco de la adecuación de las autoridades en la nueva Constitución Bolivariana, y reelegido para un nuevo período de seis años en 2006.
En los últimos cuatro años, el presidente venezolano ha buscado consolidar su “proyecto socialista”, con nacionalizaciones en diversas áreas, en medio de constantes polémicas con los sectores privados, especialmente la prensa, y leyes adoptadas por decreto o mediante la aprobación incondicional de la Cámara.
En el ámbito internacional, prosiguió un acercamiento con Cuba, criticado por diversos sectores nacionales, y con otros “países amigos” como los que conforman la Alianza Bolivariana para las Américas, al tiempo que continuaba el desencuentro con Estados Unidos.
El mensaje único de la campaña oficialista es repetido por todos los candidatos del PSUV, quienes alertan sobre el peligro de un eventual triunfo opositor: “”Nos estamos jugando la continuidad de la revolución bolivariana”, como dijo a Efe el candidato “chavista” por el circuito dos del Distrito Capital, Robert Serra.
Frente a ello, los partidos opositores aglutinados en la llamada Mesa de la Unidad Democrática tienen como principal oferta constituir una Asamblea “plural”, para que cumpla con su rol de “controlar” al Gobierno de Chávez, al que acusan de “autoritario, ineficaz y corrupto“.
Cort. TalCualDigital
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