El Gobierno de Hugo Chávez se ha caracterizado por un desprecio y silencio sepulcral ante la violencia y la inseguridad.
¿El resultado de esta displicencia y negligencia gubernamental? El desborde de la delincuencia: De la común y ordinaria, producto de una compleja realidad social, política y económica. Así como de la delincuencia organizada, in crescendo en el país Y que se sustenta en el narcoterrorismo que hasta hace una década era foráneo.
Ahora, con los vientos electorales y ante la evidente realidad de que el tema de la inseguridad es una de las mayores preocupaciones de los venezolanos, debido a que afecta a todos por igual, el Gobierno se rasga las vestiduras y comienza a proponer operativos, medidas y leyes supuestamente para combatir la delincuencia. Pero, como todas las propuestas electorales del chavismo en los últimos trece años, éstas son puro buche y pluma. ¡No van al fondo del problema, ni proponen los cambios estructurales y multisectoriales que este problema amerita!
Los operativos, por ejemplo, son puntuales, responden a una coyuntura particular y luego quedan en nada. Allí está el Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise), que habría comenzado a aplicarse desde marzo, al cual le incorporaron hace un mes unos 800 milicianos bolivarianos y al que se le habrían asignado unos Bs.F.154,4 millones, pero que no se le ha visto el queso ni la tostada. Los homicidios producto del hampa común y los secuestros express siguen abultando las estadísticas a nivel nacional.
Ahora, este miércoles, el presidente Chávez retomó su reiterativo ataque a las Empresas Polar con el argumento de que la empresa produce "veneno social", para luego inundar de cerveza a los barrios de Caracas. Según el mandatario ésa es "una de las razones de la violencia que se desata, sobre todo, de viernes a domingo". De allí su orden de destruir las cajas de cerveza que se reparten como "si fueran vitaminas". Proclamó, "camión que vean por ahí, párenlo". Y sentenció, "si insisten, les quitamos los camiones y los convertimos en transporte de alimentos y se los damos a los consejos comunales". Es decir, una verborrea que no habla de darle al venezolano nuevas fuentes de trabajo, educación, espacios de sano esparcimiento y recreación, viviendas dignas, o servicios públicos que mejoren su calidad de vida y corrijan otras desviaciones que son caldo de cultivo para la delincuencia.
Incluso, ahora la Asamblea Nacional se puso a "trabajar" a toda marcha para aprobar una Ley de Desarme que, como ya es usual en este régimen, no toma en consideración propuesta alguna de los sectores independientes o de la oposición. Una Ley que en nada contribuirá a bajar los índices de homicidios, pues apunta a controlar las armas legales en manos privadas y no a desarmar a la delincuencia ni a los grupos violentos que desde algunos entes del Gobierno se han aprovisionado.
¿El resultado de esta displicencia y negligencia gubernamental? El desborde de la delincuencia: De la común y ordinaria, producto de una compleja realidad social, política y económica. Así como de la delincuencia organizada, in crescendo en el país Y que se sustenta en el narcoterrorismo que hasta hace una década era foráneo.
Ahora, con los vientos electorales y ante la evidente realidad de que el tema de la inseguridad es una de las mayores preocupaciones de los venezolanos, debido a que afecta a todos por igual, el Gobierno se rasga las vestiduras y comienza a proponer operativos, medidas y leyes supuestamente para combatir la delincuencia. Pero, como todas las propuestas electorales del chavismo en los últimos trece años, éstas son puro buche y pluma. ¡No van al fondo del problema, ni proponen los cambios estructurales y multisectoriales que este problema amerita!
Los operativos, por ejemplo, son puntuales, responden a una coyuntura particular y luego quedan en nada. Allí está el Dispositivo Bicentenario de Seguridad (Dibise), que habría comenzado a aplicarse desde marzo, al cual le incorporaron hace un mes unos 800 milicianos bolivarianos y al que se le habrían asignado unos Bs.F.154,4 millones, pero que no se le ha visto el queso ni la tostada. Los homicidios producto del hampa común y los secuestros express siguen abultando las estadísticas a nivel nacional.
Ahora, este miércoles, el presidente Chávez retomó su reiterativo ataque a las Empresas Polar con el argumento de que la empresa produce "veneno social", para luego inundar de cerveza a los barrios de Caracas. Según el mandatario ésa es "una de las razones de la violencia que se desata, sobre todo, de viernes a domingo". De allí su orden de destruir las cajas de cerveza que se reparten como "si fueran vitaminas". Proclamó, "camión que vean por ahí, párenlo". Y sentenció, "si insisten, les quitamos los camiones y los convertimos en transporte de alimentos y se los damos a los consejos comunales". Es decir, una verborrea que no habla de darle al venezolano nuevas fuentes de trabajo, educación, espacios de sano esparcimiento y recreación, viviendas dignas, o servicios públicos que mejoren su calidad de vida y corrijan otras desviaciones que son caldo de cultivo para la delincuencia.
Incluso, ahora la Asamblea Nacional se puso a "trabajar" a toda marcha para aprobar una Ley de Desarme que, como ya es usual en este régimen, no toma en consideración propuesta alguna de los sectores independientes o de la oposición. Una Ley que en nada contribuirá a bajar los índices de homicidios, pues apunta a controlar las armas legales en manos privadas y no a desarmar a la delincuencia ni a los grupos violentos que desde algunos entes del Gobierno se han aprovisionado.
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