CARACAS (AFP) - Ocho policías se adentran sigilosamente a pie en la barriada de San Blas de Caracas en busca de delincuentes, armas y droga. Su única protección, un revólver y el conocimiento de estas oscuras callejuelas que sufren en carne propia las cifras récord de violencia en Venezuela.
"Ser policía, en cualquier lugar de este país, es de alto riesgo. Sales a trabajar pero no sabes si regresas", afirma el inspector jefe José Durán, en el inicio de esta patrulla del sábado por la noche.
En Caracas se registran entre 30 y 60 muertes violentas cada semana y una parte importante de las víctimas procede de esta zona pobre y conflictiva del municipio Sucre, al este de la capital.
En este gigantesco hormiguero de casuchas incrustadas en la montaña, encontrar a los criminales es una ardua tarea y las patrullas a pie, pese a su alto riesgo, traen mejores resultados.
"Cuando los niveles de violencia suben tanto, hacen falta más funcionarios, mejores equipos. Debe haber un patrullaje constante porque cuando logramos calmar una zona del barrio, surgen otros delincuentes y el ciclo comienza de nuevo", se lamenta el inspector Estilwan Duque.
Pistola en mano, la patrulla avanza rápido por la barriada, sube y baja escaleras y explora estrechas veredas intentando sorprender a grupos de delincuentes.
Muchas veces, su presencia ha sido anunciada por teléfono por otros vecinos y al llegar, los agentes sólo encuentran a un grupo de jóvenes con aire inocente tomando cerveza y escuchando vallenatos.
"El barrio y los problemas crecen pero nosotros no", lamenta Durán, pidiendo la identificación a cada uno de los hombres presentes.
"Ustedes saben que esta zona es muy peligrosa. Vayan a beber tranquilos a sus casas, la morgue está llena de gente como ustedes", aconseja el inspector Duque a un grupo de adolescentes.
El salario de muchos de estos agentes, algunos oriundos de barrios marginales como éste, no llega a 3.000 bolívares (700 dólares aproximadamente). Para luchar contra las terribles cifras de violencia sus medios materiales son escasos, sobre todo si la zona está gobernada por la oposición, como ocurre en el municipio Sucre.
A media voz, estos agentes lamentan la corrupción que corroe las fuerzas de seguridad y critican que el drama de la inseguridad se politice tanto, como ocurre ahora, a menos de un mes de las elecciones legislativas.
"Falta coordinación con otras policías y una justicia más adaptada al momento que vivimos para atacar el verdadero foco del problema y no sólo correr a los delincuentes de un lugar para otro", afirma Duque.
"A veces uno no puede evitar un grado de frustración, pero el trabajo hay que hacerlo. Es necesario hacerlo", afirma Durán.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) filtradas a la prensa, más de 19.000 personas fueron asesinadas en Venezuela en 2009, una cifra que supera los índices de violencia de México, Colombia, El Salvador y Brasil.
"En un periodo de 10 años, se han multiplicado por cuatro los homicidios en Venezuela. Esto es un deterioro grave y único en toda América Latina", afirma a la AFP Roberto Briceño-León, responsable de la organización privada Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV).
"Tenemos un gobierno que decidió no actuar y la impunidad ha aumentado notablemente", agrega el experto.
Pero para Luis Fernández, director de la Policía Nacional Bolivariana, creada a principios de 2010 por el presidente Hugo Chávez, la percepción de la realidad es otra.
"En esta zona, la gente no podía salir de su casa. Hoy, de casi 50 homicidios por 100.000 habitantes pasamos a 17", se felicita el responsable durante una patrulla por la barriada de Catia, al oeste de Caracas.
Dotado de importantes recursos, este cuerpo policial cuenta con 2.400 agentes y aspira a crecer para estar presente en toda Caracas en 2011.
"Por primera vez, un presidente venezolano ha asumido el problema de la violencia con seriedad", afirma, satisfecho.
"Ser policía, en cualquier lugar de este país, es de alto riesgo. Sales a trabajar pero no sabes si regresas", afirma el inspector jefe José Durán, en el inicio de esta patrulla del sábado por la noche.
En Caracas se registran entre 30 y 60 muertes violentas cada semana y una parte importante de las víctimas procede de esta zona pobre y conflictiva del municipio Sucre, al este de la capital.
En este gigantesco hormiguero de casuchas incrustadas en la montaña, encontrar a los criminales es una ardua tarea y las patrullas a pie, pese a su alto riesgo, traen mejores resultados.
"Cuando los niveles de violencia suben tanto, hacen falta más funcionarios, mejores equipos. Debe haber un patrullaje constante porque cuando logramos calmar una zona del barrio, surgen otros delincuentes y el ciclo comienza de nuevo", se lamenta el inspector Estilwan Duque.
Pistola en mano, la patrulla avanza rápido por la barriada, sube y baja escaleras y explora estrechas veredas intentando sorprender a grupos de delincuentes.
Muchas veces, su presencia ha sido anunciada por teléfono por otros vecinos y al llegar, los agentes sólo encuentran a un grupo de jóvenes con aire inocente tomando cerveza y escuchando vallenatos.
"El barrio y los problemas crecen pero nosotros no", lamenta Durán, pidiendo la identificación a cada uno de los hombres presentes.
"Ustedes saben que esta zona es muy peligrosa. Vayan a beber tranquilos a sus casas, la morgue está llena de gente como ustedes", aconseja el inspector Duque a un grupo de adolescentes.
El salario de muchos de estos agentes, algunos oriundos de barrios marginales como éste, no llega a 3.000 bolívares (700 dólares aproximadamente). Para luchar contra las terribles cifras de violencia sus medios materiales son escasos, sobre todo si la zona está gobernada por la oposición, como ocurre en el municipio Sucre.
A media voz, estos agentes lamentan la corrupción que corroe las fuerzas de seguridad y critican que el drama de la inseguridad se politice tanto, como ocurre ahora, a menos de un mes de las elecciones legislativas.
"Falta coordinación con otras policías y una justicia más adaptada al momento que vivimos para atacar el verdadero foco del problema y no sólo correr a los delincuentes de un lugar para otro", afirma Duque.
"A veces uno no puede evitar un grado de frustración, pero el trabajo hay que hacerlo. Es necesario hacerlo", afirma Durán.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) filtradas a la prensa, más de 19.000 personas fueron asesinadas en Venezuela en 2009, una cifra que supera los índices de violencia de México, Colombia, El Salvador y Brasil.
"En un periodo de 10 años, se han multiplicado por cuatro los homicidios en Venezuela. Esto es un deterioro grave y único en toda América Latina", afirma a la AFP Roberto Briceño-León, responsable de la organización privada Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV).
"Tenemos un gobierno que decidió no actuar y la impunidad ha aumentado notablemente", agrega el experto.
Pero para Luis Fernández, director de la Policía Nacional Bolivariana, creada a principios de 2010 por el presidente Hugo Chávez, la percepción de la realidad es otra.
"En esta zona, la gente no podía salir de su casa. Hoy, de casi 50 homicidios por 100.000 habitantes pasamos a 17", se felicita el responsable durante una patrulla por la barriada de Catia, al oeste de Caracas.
Dotado de importantes recursos, este cuerpo policial cuenta con 2.400 agentes y aspira a crecer para estar presente en toda Caracas en 2011.
"Por primera vez, un presidente venezolano ha asumido el problema de la violencia con seriedad", afirma, satisfecho.
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