Por ANTONIO MARIA DELGADO/adelgado@elnuevoherald.com
Presentada por el presidente Hugo Chávez como un instrumento para facilitar la compra de alimentos, la "Cédula del Buen Vivir'' está generando preocupación en varios segmentos de la población venezolana que ven la medida como un furtivo intento por introducir una tarjeta de racionamiento similar a la de Cuba.
Representantes de la sociedad civil señalaron que la medida podría transformarse fácilmente en un mecanismo para controlar a la población.
"Vemos que esto pudiera convertirse en el mediano plazo en una tarjeta de racionamiento, quizás similar a la que utilizan en Cuba'', dijo Roberto León Parilli, presidente de la Asociación Nacional de Usuarios y Consumidores, a El Nuevo Herald. ‘‘Contaría con medios tecnológicos más avanzados [que los empleados en Cuba], pero cuando te dicen dónde comprar y cuáles son los límites de lo que puedes comprar, te están condicionando la compra''.
Chávez dijo el pasado martes que la tarjeta podrá ser usada para comprar alimentos en la red estatal de abastos y de mercados.
"Una Cédula del Buen Vivir, la he llamado yo hasta ahora'', dijo Chávez en unas breves declaraciones transmitidas por la televisión estatal. "Es una cédula para que tú lleves aquí lo que vas a llevar, y ahí te van descontando... Es para comprar lo necesario, no es para promover el consumismo, sino para comprar lo justo''.
Pero el ex director del Banco Central de Venezuela (BCV), Domingo Maza Zavala, dijo que el instrumento podría convertirse en una tarjeta de racionamiento, que limitaría la adquisición de productos, en vista de los recurrentes problemas de suministros por los que atraviesa el país.
"Si lo que se pretende es abatir la inflación se debería buscar un buen abastecimiento de todo el mercado, y no solo a los centros pertenecientes a las redes sociales. Para ello es necesario fomentar la producción local, con ayuda del sector privado, ya que por sí solos no pueden vencerla. El gobierno no puede convertirse en el supremo distribuidor de los alimentos'', comentó.
No obstante, el ministro de Estado para la Banca Pública y presidente del Banco de Venezuela, Humberto Ortega Díaz, minimizó este tipo de críticas y dijo que la medida sólo busca mejorar el servicio en las redes de suministro del Estado.
"¿Por qué nuestra red Bicentenario no puede usar una tarjeta para que sus usuarios tengan un instrumento que facilite el acceso a sus compras?", comentó el ministro en una entrevista televisada por un canal estatal, antes de recordar que este tipo de iniciativa ha sido utilizada por diferentes establecimientos comerciales privados.
Pero detractores del gobierno señalaron que la medida podría no ser tan inocente como la presenta el ministro, resaltando que es muy amplio el control que el Estado mantiene sobre la cadena de suministro y que ésta depende en gran medida de las importaciones que autoriza el gobierno a través de su régimen de control de cambio.
En teoría, el gobierno podría comenzar a favorecer las importaciones de los productos a ser ofrecidos a través de las redes del Estado y así obtener un mayor control sobre el tipo de productos que son adquiridos y quiénes los adquieren.
Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, dijo que los problemas de desabastecimiento por los que actualmente atraviesa Venezuela son muy similares a los que padecía Cuba cuando Castro introdujo la tarjeta de racionamiento en la isla.
"La tarjeta surgió cuando empezó la falta de productos'', dijo Suchlicki. "El gobierno había confiscado muchas empresas y estas no funcionaban porque el Estado no las administró bien. Entonces decidieron que iban a distribuir la comida por medio de estas tarjetas''.
Pero si las tarjetas fueron introducidas como un mecanismo para lidiar con la escasez, Suchlicki dijo que posteriormente se convirtieron en un instrumento de control.
"La gente se encontraba dependiendo del Estado para comer, y nada te da más poder que la gente dependa de ti para recibir su cuota de comida''.
Presentada por el presidente Hugo Chávez como un instrumento para facilitar la compra de alimentos, la "Cédula del Buen Vivir'' está generando preocupación en varios segmentos de la población venezolana que ven la medida como un furtivo intento por introducir una tarjeta de racionamiento similar a la de Cuba.
Representantes de la sociedad civil señalaron que la medida podría transformarse fácilmente en un mecanismo para controlar a la población.
"Vemos que esto pudiera convertirse en el mediano plazo en una tarjeta de racionamiento, quizás similar a la que utilizan en Cuba'', dijo Roberto León Parilli, presidente de la Asociación Nacional de Usuarios y Consumidores, a El Nuevo Herald. ‘‘Contaría con medios tecnológicos más avanzados [que los empleados en Cuba], pero cuando te dicen dónde comprar y cuáles son los límites de lo que puedes comprar, te están condicionando la compra''.
Chávez dijo el pasado martes que la tarjeta podrá ser usada para comprar alimentos en la red estatal de abastos y de mercados.
"Una Cédula del Buen Vivir, la he llamado yo hasta ahora'', dijo Chávez en unas breves declaraciones transmitidas por la televisión estatal. "Es una cédula para que tú lleves aquí lo que vas a llevar, y ahí te van descontando... Es para comprar lo necesario, no es para promover el consumismo, sino para comprar lo justo''.
Pero el ex director del Banco Central de Venezuela (BCV), Domingo Maza Zavala, dijo que el instrumento podría convertirse en una tarjeta de racionamiento, que limitaría la adquisición de productos, en vista de los recurrentes problemas de suministros por los que atraviesa el país.
"Si lo que se pretende es abatir la inflación se debería buscar un buen abastecimiento de todo el mercado, y no solo a los centros pertenecientes a las redes sociales. Para ello es necesario fomentar la producción local, con ayuda del sector privado, ya que por sí solos no pueden vencerla. El gobierno no puede convertirse en el supremo distribuidor de los alimentos'', comentó.
No obstante, el ministro de Estado para la Banca Pública y presidente del Banco de Venezuela, Humberto Ortega Díaz, minimizó este tipo de críticas y dijo que la medida sólo busca mejorar el servicio en las redes de suministro del Estado.
"¿Por qué nuestra red Bicentenario no puede usar una tarjeta para que sus usuarios tengan un instrumento que facilite el acceso a sus compras?", comentó el ministro en una entrevista televisada por un canal estatal, antes de recordar que este tipo de iniciativa ha sido utilizada por diferentes establecimientos comerciales privados.
Pero detractores del gobierno señalaron que la medida podría no ser tan inocente como la presenta el ministro, resaltando que es muy amplio el control que el Estado mantiene sobre la cadena de suministro y que ésta depende en gran medida de las importaciones que autoriza el gobierno a través de su régimen de control de cambio.
En teoría, el gobierno podría comenzar a favorecer las importaciones de los productos a ser ofrecidos a través de las redes del Estado y así obtener un mayor control sobre el tipo de productos que son adquiridos y quiénes los adquieren.
Jaime Suchlicki, director del Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos, dijo que los problemas de desabastecimiento por los que actualmente atraviesa Venezuela son muy similares a los que padecía Cuba cuando Castro introdujo la tarjeta de racionamiento en la isla.
"La tarjeta surgió cuando empezó la falta de productos'', dijo Suchlicki. "El gobierno había confiscado muchas empresas y estas no funcionaban porque el Estado no las administró bien. Entonces decidieron que iban a distribuir la comida por medio de estas tarjetas''.
Pero si las tarjetas fueron introducidas como un mecanismo para lidiar con la escasez, Suchlicki dijo que posteriormente se convirtieron en un instrumento de control.
"La gente se encontraba dependiendo del Estado para comer, y nada te da más poder que la gente dependa de ti para recibir su cuota de comida''.
Cort. El Nuevo herald
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