Lo que son las cosas de la vida. El gran estatizador de la comarca, el campeón de la antiprivatización, el mero Chacumbele, está dedicado en cuerpo y alma a privatizar nada menos que a Pdvsa. La está privatizando por partes, de a poquito, comenzando por vender sus activos externos
Por: Teodoro Petkoff/TalCualDigital
Lo que son las cosas de la vida. El gran estatizador de la comarca, el campeón de la antiprivatización, el mero Chacumbele, está dedicado en cuerpo y alma a privatizar nada menos que a Pdvsa. La está privatizando por partes, de a poquito, comenzando por vender sus activos externos.
Recientemente, privatizó las refinerías que tenía Pdvsa en Alemania. Con los más especiosos argumentos las vendió a los rusos (según él, no producen ganancias), por un precio que parece estar bastante por debajo de su valor real. La gran pregunta es que si esas refinerías no dan ganancias, por qué estarían interesados en ellas los rusos. ¿Es que son estúpidos o no entienden de negocios? Pero lo de las refinerías en Alemania es el último episodio de un proceso que ya venía de sarrollándose desde hace algún tiempo, siempre con el mismo pretexto: Pdvsa se desprende de activos que no dan ganancias, pero que, curiosamente, siempre encuentran compradores que alguna oportunidad verán en el negocio, porque de lo contrario no los adquirirían.
En 2006, Pdvsa vendió su participación en la refinería Lyondell Chemical, por 1.300 millones de dólares. Un año después vendió sus dos refinerías de asfalto, en Paulsboro y Savannah, y retiró la marca PDV de tres mil estaciones de servicio que vendían combustibles y lubricantes provenientes de Citgo.
Ahora Chacumbele anuncia que estudia la venta de la propia Citgo. Según él, la empresa podría valer unos 10 mil millones de dólares. De concretarse esta operación Pdvsa perdería su principal cliente en Estados Unidos, que procesa diariamente unos 700 barriles de crudo venezolano. Las razones "oficiales" de esta carrera demencial para dejar desnuda a Pdvsa en el exterior son las del supuesto fracaso de la llamada "internacionalización", apoyada en cifras de la propia Pdvsa, que en el curso de los años han sido tan cambiantes, que unas veces han hablado de ganancias y otras de pérdidas, lo cual, como ocurre con todos los datos provenientes de la empresa, los hace tan poco creíbles como las cifras de producción y exportaciones de crudo venezolano, que constituyen uno de los grandes misterios del mercado petrolero mundial.
Este debate sería bizantino plantearlo hoy dentro del contexto de la vieja discusión sobre la apertura petrolera y la internacionalización. Es un asunto superado. Sobre ambos procesos ha habido puntos de vista contrapuestos en el país, zanjado el primero por la nueva apertura petrolera propiciada por Chacumbele, quien ha metido en la Faja a varias transnacionales y está implorándole a las demás que vengan también. Ya comprobó que Pdvsa sola no puede con esa carga. La internacionalización la está liquidando, privatizando poco a poco a Pdvsa, por razones estrictamente crematísticas. Necesita dólares y ni siquiera lo oculta. El petróleo a 70 dólares no le alcanza. Se relame los labios pensando en cuánto podrían significar para sus arcas (y para su campaña electoral) los 10 mil millones de dólares que supuestamente produciría la venta de Citgo.
La lengua es el castigo del cuerpo y cada día queda más desnuda la charlatanería "nacionalista" y "antiimperialista" del que está resultando el Gran Privatizador.
Por: Teodoro Petkoff/TalCualDigital
Lo que son las cosas de la vida. El gran estatizador de la comarca, el campeón de la antiprivatización, el mero Chacumbele, está dedicado en cuerpo y alma a privatizar nada menos que a Pdvsa. La está privatizando por partes, de a poquito, comenzando por vender sus activos externos.
Recientemente, privatizó las refinerías que tenía Pdvsa en Alemania. Con los más especiosos argumentos las vendió a los rusos (según él, no producen ganancias), por un precio que parece estar bastante por debajo de su valor real. La gran pregunta es que si esas refinerías no dan ganancias, por qué estarían interesados en ellas los rusos. ¿Es que son estúpidos o no entienden de negocios? Pero lo de las refinerías en Alemania es el último episodio de un proceso que ya venía de sarrollándose desde hace algún tiempo, siempre con el mismo pretexto: Pdvsa se desprende de activos que no dan ganancias, pero que, curiosamente, siempre encuentran compradores que alguna oportunidad verán en el negocio, porque de lo contrario no los adquirirían.
En 2006, Pdvsa vendió su participación en la refinería Lyondell Chemical, por 1.300 millones de dólares. Un año después vendió sus dos refinerías de asfalto, en Paulsboro y Savannah, y retiró la marca PDV de tres mil estaciones de servicio que vendían combustibles y lubricantes provenientes de Citgo.
Ahora Chacumbele anuncia que estudia la venta de la propia Citgo. Según él, la empresa podría valer unos 10 mil millones de dólares. De concretarse esta operación Pdvsa perdería su principal cliente en Estados Unidos, que procesa diariamente unos 700 barriles de crudo venezolano. Las razones "oficiales" de esta carrera demencial para dejar desnuda a Pdvsa en el exterior son las del supuesto fracaso de la llamada "internacionalización", apoyada en cifras de la propia Pdvsa, que en el curso de los años han sido tan cambiantes, que unas veces han hablado de ganancias y otras de pérdidas, lo cual, como ocurre con todos los datos provenientes de la empresa, los hace tan poco creíbles como las cifras de producción y exportaciones de crudo venezolano, que constituyen uno de los grandes misterios del mercado petrolero mundial.
Este debate sería bizantino plantearlo hoy dentro del contexto de la vieja discusión sobre la apertura petrolera y la internacionalización. Es un asunto superado. Sobre ambos procesos ha habido puntos de vista contrapuestos en el país, zanjado el primero por la nueva apertura petrolera propiciada por Chacumbele, quien ha metido en la Faja a varias transnacionales y está implorándole a las demás que vengan también. Ya comprobó que Pdvsa sola no puede con esa carga. La internacionalización la está liquidando, privatizando poco a poco a Pdvsa, por razones estrictamente crematísticas. Necesita dólares y ni siquiera lo oculta. El petróleo a 70 dólares no le alcanza. Se relame los labios pensando en cuánto podrían significar para sus arcas (y para su campaña electoral) los 10 mil millones de dólares que supuestamente produciría la venta de Citgo.
La lengua es el castigo del cuerpo y cada día queda más desnuda la charlatanería "nacionalista" y "antiimperialista" del que está resultando el Gran Privatizador.
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