Por VenEconomía
El diario El Mundo de este martes 12 de abril, trae una lamentable noticia: Las casas de bolsa y sociedades de corretaje acuden en fila a la Superintendencia Nacional de Valores (Sunaval), para solicitar la autorización para retirarse del corro.
Esta renuncia masiva la habría impulsado la resolución de Sunaval, publicada en Gaceta Oficial del 11 de enero, imponiendo nuevas "Normas relativas a las tasas y contribuciones que deben cancelar las personas sometidas al control de la Superintendencia Nacional de Valores" que incrementan los costos que deben asumir las empresas bursátiles.
Esta es una muerte anunciada desde hace un par de años cuando el Gobierno enfiló las baterías contra estas empresas acusándolas de manipular el mercado cambiario.
Primero ordenó a las casas de Bolsa y a las sociedades de Corretaje salir perentoriamente de sus posiciones en mutuos, con lo cual muchas de ellas cayeron en pérdida.
Le siguió la intervención de más de una treintena de casas de Bolsa, por el supuesto de haber incurrido en ilícitos en las operaciones cambiarias con la consiguiente apertura de juicios, encarcelamiento o ida al auto exilio de directivos y funcionarios de las empresas.
Luego vino la prohibición de operar en el mercado permuta y la supuesta ilegalidad de esas operaciones, las cuales han sido posteriormente reconocidas como ajustadas a derecho por el Ministerio de Finanzas y el Tribunal Supremo de Justicia. En sustitución de ese mecanismo de mercado, el BCV creo el SITME, el cual tampoco ha logrado satisfacer la demanda de divisas que existe fuera de CADIVI.
Por último, se creó la Bolsa Pública de Valores Bicentenaria, que se ocupa de forma exclusiva del mercadeo de todos los títulos valores públicos y con entera libertad para operar con valores privados. Esto en claro ventajismo con la Bolsa de Valores Privada que sólo puede transar títulos emitidos por el sector privado, el cual ha sido diezmado a punta de estatizaciones, confiscaciones y nacionalizaciones.
Con esta renuncia masiva habrá tres grandes perdedores: 1) Las empresas privadas que ya no contarán con operadores de larga experiencia que le permitan levantar recursos a menor costo. 2) Los inversores privados, bien sean personas jurídicas o naturales, que tendrán menores oportunidades de inversión. 3) Los corredores y otros operadores del mercado que pasarán a engrosar la lista de desempleados del país.
Peor aún es que al sacar del juego a estas empresas que garantizan un mecanismo transparente de inversión, la Bolsa Pública será la única alternativa para la canalización de estas inversiones. Un golpe de gracia, pues ya es hecho demostrado cómo funciona todo lo que maneja la revolución bolivariana.
Esta renuncia masiva la habría impulsado la resolución de Sunaval, publicada en Gaceta Oficial del 11 de enero, imponiendo nuevas "Normas relativas a las tasas y contribuciones que deben cancelar las personas sometidas al control de la Superintendencia Nacional de Valores" que incrementan los costos que deben asumir las empresas bursátiles.
Esta es una muerte anunciada desde hace un par de años cuando el Gobierno enfiló las baterías contra estas empresas acusándolas de manipular el mercado cambiario.
Primero ordenó a las casas de Bolsa y a las sociedades de Corretaje salir perentoriamente de sus posiciones en mutuos, con lo cual muchas de ellas cayeron en pérdida.
Le siguió la intervención de más de una treintena de casas de Bolsa, por el supuesto de haber incurrido en ilícitos en las operaciones cambiarias con la consiguiente apertura de juicios, encarcelamiento o ida al auto exilio de directivos y funcionarios de las empresas.
Luego vino la prohibición de operar en el mercado permuta y la supuesta ilegalidad de esas operaciones, las cuales han sido posteriormente reconocidas como ajustadas a derecho por el Ministerio de Finanzas y el Tribunal Supremo de Justicia. En sustitución de ese mecanismo de mercado, el BCV creo el SITME, el cual tampoco ha logrado satisfacer la demanda de divisas que existe fuera de CADIVI.
Por último, se creó la Bolsa Pública de Valores Bicentenaria, que se ocupa de forma exclusiva del mercadeo de todos los títulos valores públicos y con entera libertad para operar con valores privados. Esto en claro ventajismo con la Bolsa de Valores Privada que sólo puede transar títulos emitidos por el sector privado, el cual ha sido diezmado a punta de estatizaciones, confiscaciones y nacionalizaciones.
Con esta renuncia masiva habrá tres grandes perdedores: 1) Las empresas privadas que ya no contarán con operadores de larga experiencia que le permitan levantar recursos a menor costo. 2) Los inversores privados, bien sean personas jurídicas o naturales, que tendrán menores oportunidades de inversión. 3) Los corredores y otros operadores del mercado que pasarán a engrosar la lista de desempleados del país.
Peor aún es que al sacar del juego a estas empresas que garantizan un mecanismo transparente de inversión, la Bolsa Pública será la única alternativa para la canalización de estas inversiones. Un golpe de gracia, pues ya es hecho demostrado cómo funciona todo lo que maneja la revolución bolivariana.
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