Algo anda mal en una revolución cuando los enfermeros, encargados de velar por la salud de la población, recurren a una huelga de hambre para hacer que se cumplan sus derechos laborales. Llegar allí no ha sido fácil.
Cuando se les mira, advertimos que son gente del pueblo, provista de una vocación de servicio a prueba de balas. Madres que no dejan de preguntar por sus hijos; jóvenes que sueñan con casarse y abuelas cercanas a la jubilación que se niegan a retirarse con un salario que da vergüenza. De eso se trata esta huelga de hambre, señora ministra. Los saboteadores y corruptos están en la acera desde donde usted lanza insultos a estos venezolanos.Foto: Renier Otto/TalCualDigital
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